Todos nos equivocamos. Afortunadamente nos damos cuenta que como humanos somos imperfectos, además en algunos momentos tomamos decisiones y nos movemos entre aciertos y errores. Lo peor es cuando no tomamos conciencia de nuestra frágil humanidad y nos sentimos siempre ofendidos, queriendo llevar en todo momento razón o que nos la den , sino nos sentiremos profundamente ofendidos en nuestra mismidad.
Hay quienes quedan enganchados en la red de sus torpezas y se reúnen para hacer las cosas más peregrinas. El otro día no salía de mi asombro cuando me contaban que un grupo de gente quedaban para pegarse. Claro está que lo grababan todo, a ver quienes conseguían zurrarse más, vamos todo un ejercicio de gilipollez elevado a la enésima potencia.
Creo que todos en algún momento de nuestras vidas necesitamos parar, para reflexionar, para superar nuestras equivocaciones, para no decir ni hacer barbaridades sin ninguna utilidad , y saber protestar y reclamar con argumentos y documentos , para diferenciar con claridad entre lo esencial y lo anecdótico, lo habitual y lo insólito.
No hay peor torpeza que instalarse en la soberbia de ser incapaz de escuchar a los otros, de no querer negociar con quienes piensan de manera diferente, que empecinarse que hacer esto es rendirse., de convertir al adversario en enemigo, de creerse en posesión de la verdad absoluta o de conjugar tres verbos recortar y derogar, que inevitablemente lleva a la sociedad a retroceder.
Hemos de ser conscientes que los tiempos cambian, y lo que hace años nos servía para resolver nuestras dudas, hoy debemos admitir como integrantes de la cotidianidad que los disensos son inevitables, que en esta batalla de todos contra todos, se agradecen unas palabras de aliento y nos asquea los que están permanentemente instalados en el fango de sus miserias.
Los cautivos de sus errores , son tan personalistas que se convierten en caciques de sus ideas y de sus actuaciones, que no dejan huella ni rastro de su trabajo en beneficio de la comunidad, y su tiempo es una parte del calendario hueco y vacío , que transmiten que la gente no les importa, solo sus intereses.
Suponer y especular sobre lo que no ha sucedido no solamente es fabular y fabricar una gran mentira, sino una ignorancia increíble que nos sitúa en el eje de la desconfianza de la gente y que produce una gran decepción en la ciudadanía , en lugar de ilusionarlas.
Tal vez dentro de los torpes de remate que se encierran en su urna de cristal, los que suelen ocupar el máximo puesto en el ranking, son los que desde su ineptitud se creen unos genios , que siempre aciertan, y que si cometen algunos desaciertos , siempre tienen el recurso de echarles la culpa a los demás.
Cualquier torpe se torna peligroso no por las afirmaciones que hace, que pueden serlo, sino por lo que presuponen y en esos supuestos señalan , marcan, pisotean y conculcan la dignidad de los demás., profanando ,humillando y quebrantando su personalidad.
Su ineptitud e incompetencia les hace confundir cárcel con prisionero, democracia con dedocracia, verdad con mentira , suposición con superstición, torpeza con inteligencia, pero sobre todo el yo con el nosotros , en un intento de pretender que los únicos habitantes del mundo son los que solo conocen la primer persona del singular.
Montan sus existencias como si fueran una cabalgata triunfal , en la que ellos son los únicos campeones , que solo están dispuestos a recibir honores, halagos y mimos , sin ningún esfuerzo ni sacrificio , con lo que los hace frágiles , insoportables e incapaces de abordar la realidad.