El Barcelona logró el triunfo en Butarque ante el Leganés (1-2) tras un duelo donde pasó apuros
El Barcelona logró el triunfo en Butarque ante el Leganés (1-2) tras un duelo donde pasó apuros y que tuvo que remontar en la segunda mitad con dos tantos nacidos del balón parado.
Llegaba la cita envuelta en un contexto que replicaba el del pasado curso, con los de Ernesto Valverde como líderes de la competición y los madrileños situados en último lugar de la tabla. Un duelo de extremos cuyo precedente en Butarque acabó con sorpresa.
Repetirla era la aspiración de Javier Aguirre, quien debutaba ante su público. Para ello, un plan basado en la destrucción de las líneas de pase del contrario y la apuesta por las transiciones rápidas. Sin embargo era necesario que funcionase también el intangible de la concentración para no caer víctima de la cadencia hipnótica de un Barcelona carente de prisa ante un equipo ordenado en lo colectivo e intenso en el uno contra uno.
Ambos factores los encarna desde hace tiempo a la perfección el centrocampista Rubén Pérez, quien volvió después de superar unos problemas físicos que le habían tenido fuera de juego durante casi dos meses.
Lo hizo con jerarquía, creando el 1-0. La jugada nació en un robo suyo en la medular al que dio continuidad con un giro sobre sí mismo para conservar la pelota. Le cedió entonces el protagonismo a Roque Mesa, quien con un toque sutil anuló la salida mal medida de Samuel Umtiti para encontrar a Youssef En-Nesyri.
El marroquí, un jugador especial en el campo e indescifrable en lo personal, merece mención aparte. Suyo fue en este caso el gol, dirigiendo su disparo a la escuadra después de quebrar a Piqué. Pero esa diana, que celebró con rabia después de haber pasado por alto la felicidad posterior al acierto en las dos jornadas anteriores contra el Eibar y la Real Sociedad, fue quizás lo de menos.
Esta vez su capacidad de sacrificio, algo que no abunda en los delanteros, superó en relevancia al tanto. En-Nesyri corrió mientras le dieron las fuerzas. Corrió mucho. Casi por encima de sus posibilidades. Trayectos incansables de frontal a frontal con caídas hacia los laterales, persecuciones a Messi en campo propio... un despliegue físico que contagió al resto.
Aún así no basta solo con eso para ganar al Barcelona. De hecho los visitantes tuvieron sus opciones en la primera parte, un cabezazo de Suárez al que respondió en excelente vuelo Cuéllar y otra acción donde el arquero se tiró a los pies del punta impidiéndole anotar. También pudieron marcar Roque Mesa y Óscar Rodríguez en el otro arco, pero se toparon con el lateral de la red.
Conscientes los azulgranas de que debían buscar solución a un problema, asomaron desde los vestuarios con ganas de alterar el panorama. Y demostraron que a veces les basta solo con la voluntad y destellos de Messi para ganar.
El argentino mostró su versión más generosa a balón parado para dar lustre a las cabezas de Piqué y Suárez. El primero se encontró con el palo tras un córner pero el segundo no falló al rematar con comodidad una falta servida al corazón del área.
Olía pues a remontada, aunque el aroma se esfumó con un bajón de ritmo por ambas partes. Pese a ello el dominio seguía siendo barcelonista y flotaba en el ambiente la sensación de que el gol acabaría cayendo.
Al final sucedió. Fue en un saque de esquina ejecutado desde la derecha del ataque que no impactó por centímetros Piqué. La pelota se paseó por delante de la línea de gol con tan mala suerte que pegó en los pies de Rubén Pérez y quedó muerta. Vidal, atento, le dio con todo casi debajo del larguero para sellar un triunfo carente de brillo pero tan vital como el que más.