Poco a poco vamos recuperando la vida, si no la de antes algo parecido. Nada será lo mismo y no solo por las secuelas de esta pandemia a la que casi nos hemos habituado sino, además, porque esta nueva normalidad regida por la tecnología produce notables cambios sociales: nos rozamos menos por prudencia y/o temor y/o costumbre a no hacerlo y se cae
watshapp unas horas y cunde el pánico por la sensación de desconexión, de estarnos perdiendo algo importante. Sale una versión LGTBI del mítico cómic para
"dar visibilidad" en la que el hijo de Superman y Lois Lane sale del armario para tener una relación romántica con un amigo. Nos hablamos menos y eso nos hace peores porque no es ni parecido conversar a esperar el doble chequeo en azul. El mundo se transforma, salvo cuando volvemos a nuestras viejas tradiciones y recordamos de dónde venimos, por eso es tan importante recuperar la fiesta, la calle, la cultura popular antes de volvernos del todo idiotas por aplicación -
Mírala cara a cara que es la primera-. Un estudio de
Samsung dice que el 85 por ciento de los trabajos que habrá en 2030 aún no se han inventado y que los niños de hoy sueñan con ser
hackers legales, diseñadores de sueños o traductores del lenguaje animal, otros aún más subidos se decantan por ser granjeros en Marte, psicólogos de inteligencia artificial o pintores artísticos con drones; nueve de cada diez aseguran que tendrán un trabajo distinto al de sus padres. Es el futuro, que se asoma. Aunque siempre habrá cosas que requieran su tradición y tiempo; la cura de un jamón exacto en su punto de beta, los hervores de un guiso de los de antes hecho a ese fuego lento paciente que impregna de olor todo, los años para que un vino adquiera los matices tostados de lo viejo. También los procesos políticos orgánicos internos, donde ir deprisa o enfrentarse a destiempo a veces es un deporte de alto riesgo.
Congresos. Pedro Sánchez se viste de luces este fin de semana en Valencia para ser reelegido secretario general y lo hace en el peor momento de imagen personal desde que accediera al cargo, de hecho los pitos y abucheos del día de la Hispanidad son la primera muestra seria del desgaste público de un presidente que ha atravesado la pandemia y la crisis y eso tiene un coste que debe pagar, a lo que se añade este invierno a las puertas con unos costes en el recibo de la luz indecentes y una crisis económica y de desempleo anunciada para el próximo año. Su principal aliado es un PP comandado por Pablo Casado que no termina de asentarse como opción firme porque se sostiene en un liderazgo débil, de hecho sorprende que un suspiro de Ayuso desde Madrid logre erosionar tanto su mando. Pero si nadie discute el liderazgo de Sánchez y este cónclave de Valencia será de aclamación en torno a su poder, otra cosa serán los nombres que salgan de su ejecutiva y los consiguientes guiños.
De lo primero que ha hecho el presidente es subrayar el peso de la federación andaluza y alzar a Espadas al frente del consejo político federal y de la secretaría de política autonómica, un refuerzo cara al inminente ciclo electoral previsto para 2022 y donde, según datos de unos y otros, el PSOE está muy lejos de darle un cambio a la tendencia dominante que tiene un PP muy cómodo y al que Ángeles Férriz intenta zarandear desde su portavocía parlamentaria en asuntos, tal que estos días, como la sanidad. A Valencia, en todo caso, acuden las provincias y muchas de ellas con cuentas pendientes, esperando que Juan Espadas y Ferraz se postulen para con los conflictos abiertos. En principio, dos personas por provincias serán nombradas para un comité federal más reducido y que es el máximo órgano del partido entre congresos. Sus nombres se conocerán este sábado y en torno a ello trabajan unos y otros.
Aunque por muchos era intuido, en Huelva el alcalde Gabriel Álvarez dio el paso sin anunciárselo a Espadas y se presentará al congreso para enfrentarse con María Eugenia Limón, que desde que sustituyera a Ignacio Caraballo al frente de la Diputación onubense no ha tenido un día de paz. A Espadas le ha sorprendido el anuncio del alcalde, que cuenta con el apoyo del
susanismo en Huelva -Fiscal, Ferrera, parece que Faneca y, última incorporación, José Luis Ramos, que quiso presentar lista frente a Maru para este congreso y que al final se ha unido a Álvarez-. Los críticos no quisieron ir en una lista consensuada de delegados y ahora dan un paso al frente, aunque no parece que cuenten con el respaldo mayoritario de la provincia y solo en la capital. La bronca está servida, la lidiará Álvarez contra María Eugenia aunque ésta siempre quiso que la candidata a secretaria general fuera María Márquez, que prudentemente se borró de la pugna.
En Cádiz la guerra fría se calienta. Entre las denuncias de unos y otros de incrementar el censo destaca lo que adquiere tintes muy subidos de tono en San Roque donde Ruiz Boix habría subido el suyo en más de cien personas y con un porcentaje destacado proveniente de determinada concesionaria municipal -Valoriza, del Grupo Sacyr- que, además, gestiona la planta de tratamiento de Miramundo, al frente de la cual también está el propio Ruiz Boix. Ya se sabe que es una práctica al uso incrementar censos, de unos y de otros, pero denunciar que el otro hace lo que exactamente y de manera sublime haces tú es un acto que habla por sí solo. Por Cádiz al comité federal parece que irá su actual secretaria general, Irene García, pero será clave conocer si la acompaña el alcalde de Chiclana, José María Román, o hay guiño al otro sector nombrado a alguien de esa parte.
Boix y Espadas se vieron la tarde del jueves en Sevilla porque la candidatura del alcalde de San Roque necesitaba de este encuentro antes del congreso en Valencia y lo que vino a exponer es la fortaleza y unión de las diferentes familias que la conforman en torno a un liderazgo que, es curioso, está aún por decidir y que Espadas quiere conocer, entre otras cosas por la lejanía que mantiene con determinados integrantes de esa candidatura como, por ejemplo, Jiménez Barrios -articulista crítico- o el ambiente de Pizarro. Boix quiere ser, eso está más que claro, aunque no lo vocaliza porque sabe que necesita de un amplio consenso y no tiene los apoyos. La alternativa más viable a Boix es Mamen Sánchez, sería bien visto por Espadas, tiene buen cartel en Madrid y no chirría en exceso en otras familias de por aquí y sus distancias con Irene García son obvias. Tras Valencia habrá reunión para determinar quién encabeza esa lista. Guiños y liderazgos sobre un tablero en movimiento.
Jaén es otro foco de conflicto y aunque Paco Reyes está tranquilo desde que ha hecho una ronda entre sus secretarios generales y parece que aún mantiene el control de la provincia, tanto el nombramiento de Sicilia para la ejecutiva saliente de Valencia como los movimientos de otros, caso de Férriz, le tienen con el pelo erizado. Ya le ha anunciado a Espadas que se presenta y el bueno de Paco no es de los que se rinden fácil. En Málaga, Córdoba y Granada también se producen cruces de conflicto y aunque no son tan sonoros como estos tres, tampoco es cuestión de dejarles crecer porque cuando crecen los focos termina en incendio masivo y no sea que con el descontrol y el fuego termine Espadas llegando a su congreso en Torremolinos y tenga más delegados en contra que a favor. Sería de nota.
El PSOE se convulsiona cuando afronta sus congresos y justo este fin de semana empieza el ciclo con el federal, que es el primero y partir de ahí se ramificará el poder hacia las comunidades autónomas, las provincias y, por añadidura, las localidades. Una cascada de situaciones, de consecuencias, de acuerdos que antes se hacían de madrugada en el bar entre humo de tabaco y copas y ahora se cocinan, en la mayoría de los casos, previamente y al cónclave se llega con todo repartido, hasta adecuadamente filtrado a la prensa. En la política orgánica es la nueva normalidad e, insisto, se contradice eso de ser nuevo y normal porque lo normal siempre es viejo. Y qué bonito todo lo viejo.