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Jueves 18/04/2024  

Educar para el futuro

Los rebrotes

Confinarnos no parece la mejor solución porque supondría nuestra destrucción económica (la pobreza también mata), pero lo de tomar precauciones no cala del todo

Publicado: 31/07/2020 ·
10:38
· Actualizado: 31/07/2020 · 10:39
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  • Persona que trabaja en la UCI. -
Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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En epidemiología un brote es una clasificación utilizada para referirse a la aparición repentina de una enfermedad debida a una infección en un lugar específico y aunque que suele limitarse a un pueblo o área concreta es sinónimo de epidemia.

Dicho esto, los epidemiólogos consideran que se ha producido un rebrote epidémico de una enfermedad cuando en una zona concreta en la que ya no había un número significativo de personas infectadas, este aumenta al producirse focos de contagio como consecuencia del contacto con individuos portadores del patógeno que causa la enfermedad.

Es evidente que esto sucede cuando en la población no existe inmunidad, ya sea natural o por la acción de una vacunación masiva. Pero también es evidente que si la consideración de que en una zona concreta no hay un número significativo de personas infectadas solo fuese una suposición por no haberse realizado suficientes pruebas para constatarlo y si además muchísimos individuos portadores del patógeno son asintomáticos, resultaría que los focos de contagio serían totalmente imprevisibles.

Así, las noticias de nuevos focos y del aumento de los contagiados en una zona podrían no implicar un rebrote sino que la epidemia nunca llegó a remitir allí. Es difícil explicar tantos rebrotes cuando se desconoce la situación anterior porque no se hacían pruebas.

La pandemia no ha terminado ni de lejos y la vacuna aún tardará, así que mientras tanto o tomamos el máximo de precauciones o nos aislamos hasta no se sabe cuándo.

Confinarnos no parece la mejor solución porque supondría nuestra destrucción económica (la pobreza también mata), pero lo de tomar precauciones no cala del todo en la ciudadanía harta de tantas tonterías y contradicciones.

La ciudadanía no termina de fiarse y además está desconcertada ante recomendaciones tales como la manera de usar la mascarilla según en qué parte de la playa, terrazas, bares y otros diversos lugares; el número de personas que no contagian en reuniones familiares o de otro tipo; los botones de duchas de playa y fuentes contagian pero no los de parquímetros, cajeros y peajes; etc.

Pero también se desconcierta al oír hablar de volver a tomar medidas, cuando solo hay positivos asintomáticos (que seguramente nunca dejó de haberlos), cuando ya no se habla de defunciones, no están colapsadas las urgencias y aunque hay pacientes de COVID han vuelto las dolencias que desaparecieron durante el confinamiento (infartos, cáncer, etc.).

La mala gestión ha contribuido a la desconfianza, llegando a haber quienes incluso niegan que exista el virus y aumentando el de los que no quieren vacunarse, aunque lo cierto es que existe y es más peligroso de lo que muchos se creen. Pero también es cierto que conocer la verdad frena la toma de malas decisiones. Recuerden: no podemos olvidar. Fuerza y salud.

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