Las autoridades neozelandesas declararon ayer el toque de queda en la ciudad de Christchurch a fin de prevenir los saqueos.
Las autoridades neozelandesas declararon ayer el toque de queda en la ciudad de Christchurch a fin de prevenir los saqueos tras el fuerte seísmo que derribó decenas de edificios bajo cuyos escombros se estima hay unas 300 personas.
Mientras prosigue la búsqueda de desaparecidos, las víctimas mortales ascienden ya a 75, según fuentes oficiales.
Los equipos de socorro trabajan a contrarreloj para localizar personas atrapadas entre los cascotes de los edificios derruidos y en más de una ocasión los equipos médicos se vieron obligados a realizar amputaciones para liberar a los aprisionados.
El jefe policial, Rusell Gibson, explicó que se recibían mensajes de texto vía teléfonos móviles de víctimas que pedían auxilio.
El primer ministro, John Key, expresó al canal estatal de la televisión neozelandesa que “es una situación muy trágica y pasamos por unos momentos de gran agonía”.
Las imágenes de la televisión local mostraron como un equipo de socorristas rescataba a una mujer herida de las ruinas del edificio de oficinas, después de que hubiera alertado de su situación mediante un mensaje enviado desde su teléfono celular.