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España tiene más que preguntas para zapatero

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Aunque resulta todavía sorprendente que la comparecencia del presidente del Gobierno ante los ciudadanos sea un hecho sorprendente, ya que debería ser algo mucho más habitual en una democracia, lo cierto es que la presencia de José Luis Rodríguez Zapatero en TVE no sólo ha sido un ejercicio de valentía por su parte, sino el más claro reflejo de lo que piensa verdaderamente la sociedad española, hasta el punto de que el encuentro no sirvió tanto para saber qué responde el presidente, sino para saber las verdaderas preocupaciones de los ciudadanos. Y, en este sentido, el programa fue todo un ejercicio de democracia y, sobre todo, de realidad, ya que el reflejo de la sociedad no lo daban los analistas, sino los propios afectados. Y la conclusión más clara es que la preocupación por la crisis y la evidente falta de confianza en el Gobierno es algo más palpable.

Tanto que ya no se habla, como sucedió  en su anterior comparecencia, sobre el precio de un café, sino de la crítica directa que hace la sociedad española a un presidente que estuvo en muchos momentos realmente acorralado por la presión de los ciudadanos, lo que también es cierto que revaloriza su presencia en este programa, a diferencia del líder del PP, Mariano Rajoy, que se ha negado a ir ahora. Pero la valentía está muy bien, pero los españoles han votado a Rodríguez Zapatero para que dé soluciones y, visto lo visto en ese programa, la sensación generalizada es que se está haciendo demasiado poco para solucionar los problemas, especialmente de desempleo, que está provocando la crisis. Es obvio que muchas de las preguntas que se le hicieron reflejan un desconocimiento real de lo que implica esta crisis mundial y que la gente no entiende --tal vez de forma errónea, pero a la vez dando el mejor reflejo de lo que piensa la gente de la calle-- que las soluciones planteadas están pensadas para dar una salida estructural a la macrocrisis y no sólo a los problemas de cada persona. Pero pese a todo, lo cierto es que la gente quiere alternativas válidas y tangibles y no inversiones en el sistema bancario por muy necesarias que puedan llegar a ser. Y éste es el reto del presidente del Gobierno, arbitrar medidas concretas que lleguen al ciudadano más que pedir una confianza y un optimismo que nadie parece tener.

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