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España

Las tropas españolas han desactivado más de 1.400 artefactos explosivos en Afganistán

Recuerda el Yak-42 como "la lección aprendida más dura" en el exterior por los "posibles errores" en la contratación y las identificaciones

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Las tropas españolas han desactivado más de 1.400 artefactos explosivos desde que comenzó su participación en la misión internacional en Afganistán, hace más de diez años, en la que han participado ya más de 26.000 militares, que también han recorrido 2,5 millones de kilómetros en más de 25.000 patrullas.

   Estos son algunos de los datos que se recogen en el libro 'Misión: Afganistán' que acaba de editar el Ministerio de Defensa con el objetivo de mostrar a los españoles "lo que de verdad" han hecho y están haciendo los militares españoles en este país a más de 6.000 kilómetros de España, en la misión que ha "entrañado los mayores peligros de forma continuada en el tiempo para las Fuerzas Armadas".

   Para ello, el periodista Enrique Montánchez ha hecho un exhaustivo trabajo de recopilación de información, que ha dado como resultado una obra que contiene los 'números' de los más de diez años de presencia militar española en Afganistán, pero que también detalla cuáles han sido sus misiones y muestra desde el material más representativo con el que han contado hasta las armas habituales de la insurgencia y los usos y costumbres del pueblo afgano.

   El libro se apoya en algunas de las más de 5.000 fotografías que el fotoperiodista Pepe Díaz, de la Revista Española de Defensa, ha podido tomar en los últimos años, así como en otras imágenes aportadas por otros reporteros y por militares.

   Los protagonistas de esta misión también han colaborado con algunos textos personales. El cabo primero Jorge Rubiales relata cómo explicó a su hijo de cinco años que se volvía a marchar de misión; la cabo primero Susana Parrón habla del "compañerismo" con la "familia militar" y el soldado Carlos Orlando Castilblanco, entre otros, cuenta cómo vivió un incidente en el que resultó herido leve, días antes de que falleciera el sargento primero Joaquín Moya, el último militar español muerto en Afganistán.

"SOBREVIVIR EN EL AVISPERO AFGANO"

   El libro incluye a los 99 militares y dos intérpretes que han muerto en esta misión y tiene también un recuerdo especial para los más de 80 miembros de las Fuerzas Armadas que han sufrido heridas que les han dejado graves secuelas y a los que "sobrevivir en el avispero afgano les ha marcado de por vida".

   Uno de los últimos en incorporarse a esta lista, el soldado Javier Párraga, cuenta con detalle cómo fue el ataque que sufrió el pasado 9 de julio y el disparo que recibió tras 40 minutos de intercambio de disparos con insurgentes. "Era la primera vez que entraba en combate y lo haría de nuevo. Si me dieran la ocasión volvería a Afganistán sin dudarlo", asegura el soldado.

EL YAK-42, LA "PEOR TRAGEDIA" EN EL EXTERIOR

   El libro cuenta también con detalle el accidente del Yakovlev 42 en mayo de 2003, la "peor tragedia en misiones internacionales" para las Fuerzas Armadas, que perdieron a 62 militares que regresaban a España tras finalizar su misión.

   "Fue el día más doloroso de la participación de las Fuerza Armadas en misiones internacionales", afirma el libro, que destaca que supuso también "la lección aprendida más dura de las operaciones en el exterior, ya que puso da manifiesto posibles errores en la contratación del avión y en la identificación de los cadáveres", circunstancias ambas que "exigieron depurar responsabilidades en los tribunales de justicia".

   Esta capítulo recuerda cómo ocurrieron los hechos, el resultado del informe final de la Comisión Internacional que investigó el accidente y el proceso judicial que se derivó y en el que se imputó a seis mandos del Estado Mayor de la Defensa y se juzgó a tres mandos militares en la Audiencia Nacional por las identificaciones erróneas de los cadáveres.

   También recuerda el accidente del helicóptero Cougar en agosto de 2005, en el que murieron los 17 ocupantes del aparato, un "infortunio" ante el que se extremaron "desde el primer momento los trabajos de identificación", dado "el antecedente" del Yak.

"ATAQUES CASI A DIARIO"

   El libro también relata cómo es el día a día en los puestos avanzados de combate, que "han sido durante años las grandes desconocidas de la opinión pública, porque mostraban la cara más incómoda de la presencia española en la guerra de Afganistán: los ataques de la insurgencia y las duras condiciones de vida de nuestros soldados".

   Sobre estas bases, que además cuentan con las mayores incomodidades para los militares, recae "la presión de la insurgencia, que lanza ataques casi a diario" contra las patrullas. "Algunas semanas --explica el autor-- los ataques de la insurgencia se producen casi a diario; otras, se vive en calma tensa".

   El autor relata el 'modus operandi' de los insurgentes en ataques y emboscadas y recoge información precisa también sobre los diferentes tipos de enemigos a los que se enfrentan en Afganistán. Incluso incorpora un gráfico sobre las características de un suicida y las reglas de actuación del militar al encontrarse con uno.

   Además de la primera línea de combate, cuenta otros vertientes de la misión, como la Cooperación Cívico-Militar y las operaciones psicológicas, el apoyo logístico y la sanidad militar. En este último punto, recuerda cómo la atención sanitaria tuvo "un punto de inflexión" tras el ataque de agosto de 2010 en el que un infiltrado mató a dos guardias civiles.

   Esa experiencia llevó a reducir la asistencia médica a los militares españoles y afganos y extenderla a la población local sólo "en contadas ocasione" y tras "exhaustivos filtros de seguridad". Este ataque, relata, fue "una más de las duras 'lecciones aprendidas': la ayuda sanitaria de carácter humanitario en los hospitales de campaña dentro de las bases se había convertido en un objetivo más de los talibanes".

   También informa el libro de "la desconocida labor de la cooperación española", que ha destinado a este país más de 60 millones de euros en fondos bilaterales entre 2006, año en que comenzó sus trabajos en este país, hasta 2011.

   En estos años, ha mejorado 160 kilómetros de carreteras, rehabilitado el hospital provincial de Qala-i-Naw, instalado 428 módulos  temporales de escolaridad y creado ocho clínicas básicas rurales, entre otros proyectos.

   El director de comunicación del Ministerio, Joaquín Madina, que ha coordinado los trabajos del libro, destaca en su presentación que es una obra realizada "sobre el terreno y desde dentro", y agrega: "Se ha tenido mucho cuidado en evitar el elogio o la crítica fácil".

   Madina, que dejará a finales de este mes el Ministerio de Defensa tal y como se comprometió a hacer cuando fue nombrado, presentó esta semana el libro en la FNAC de Madrid junto al jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), almirante Fernando García Sánchez.

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