El obispo de Huelva, José Vilaplana, presidió en la Catedral la misa de Imposición de Cenizas, con la que se inicia la Cuaresma, “un tiempo de esperanza, porque nos ponemos en camino hacia la Pascua, hacia los misterios de Pasión, Muerte y Resurrección del Señor”.
Vilaplana subrayó que “iniciamos ese camino con espíritu de conversión que ha de tener en nosotros una perspectiva bautismal” y recordó que “en la Vigilia Pascual tendremos la oportunidad de renovar nuestras
promesas bautismales, pero no sólo como una fórmula, sino como una auténtica revisión de nuestra vida para preguntarnos si llevamos con dignidad el nombre de cristiano”.
Otro aspecto que destacó fue vivir la Cuaresma como un éxodo: “debemos salir del pecado a la gracia, de la esclavitud de nuestros vicios o de nuestras adicciones y malas costumbres a la santidad de vida que supone el cristiano”, a lo que añadió que “la miseria de nuestra humanidad pobre y pecadora nos pone ante la misericordia de Dios, que nos eleva, que nos recupera, nos cura, nos perdona y nos sana de las heridas más profundas de nuestro corazón”.
El obispo también explicó que, al inclinar la cabeza para recibir la ceniza, “reconocemos con humildad nuestra pequeñez, pero una pequeñez que no nos deja aplastados, porque la situamos ante quien en nosotros puede hacer maravillas”. Para ello, “nos ayudará la oración, la limosna y el ayuno", prácticas que "debemos tomar en serio y no reducirlas a simples cumplimientos minuciosos que apenas significan algo en nuestras vidas”.