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"Llevarse bien con Marruecos y defender derechos es compatible"

Criado en el Sáhara y conocedor de primera mano del conflicto que lleva más de 30 años complicando la diplomacia entre España y Marruecos, Bianchi habla de las claves actuales de esta lucha por la autodeterminación de un pueblo

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  • Pablo Bianchi lleva 19 años luchando por el Sáhara -
Desde hace 19 años, la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui se ha convertido en todo un referente social en el Campo de Gibraltar, donde se han organizado múltiples manifestaciones y se ha dejado constancia de la solidaridad de las familias acogiendo a niños de los campos de refugiados. Su presidente, Pablo Bianchi, es también socio fundador.

—¿Qué le lleva a estar tan implicado con la causa saharaui?
—Viví 14 años en Sáhara. Mi padre era militar, y hasta la evacuación, que se produjo a consecuencia de la Marcha Verde, permanecí allí. Personalmente, tengo motivaciones tales como amistades del colegio, compañeros saharauis, con los que tras la guerra mantuve relación. Un vínculo que volví a retomar entre los años 91 y 93 en los campamentos saharauis. Al ver la situación de primera mano, comencé a comprometerme un poquito más y empezamos a trabajar en proyectos.
—¿Cómo recuerda aquellos días de la Marcha Verde y la precipitada evacuación del Sáhara?
—Mi recuerdo de la evacuación está un poco turbio. La situación fue muy complicada. Fue un ¡corre, corre! apenas sin explicación. Un mes antes, el entonces príncipe de España se comprometió en no dejar tirados a los habitantes del Sáhara, y fue una enorme decepción tener que salir corriendo y abandonar la zona, así como desmantelar las casas. Después, llegas aquí y te tienes que poner a buscar colegios, los hospitales a los que te toque acudir, etc. Por eso, los que vivimos aquello nos sentimos como un poco desarraigados. Hasta aquel momento, yo sólo visitaba España sólo en periodos de vacaciones y poco más.
—En aquella época, era habitual ver a muchos políticos en primera línea defendiendo la causa saharaui...
—Efectivamente, en aquellos primeros tiempos, los años 76 o 77, cuando surgen las primeras asociaciones pro saharauis en España, gente como Fernando Morán, o Massif, Fajardo... todos ellos de la cúpula socialista, estaban muy comprometidos. Sin ir más lejos, uno de los carteles de las primeras elecciones democráticas muestra al líder socialista de entonces, Felipe González, en uno de los campos de refugiados. Entonces sacábamos comunicados de prensa conjuntos y nos ponían como ejemplo de movimiento de liberación de los pueblos.
—¿Qué opina, pues, de la actitud del Gobierno, ahora en manos del PSOE, respecto a la cuestión saharaui?
—El Sáhara es un asunto muy incómodo para los políticos. Entiendo todo eso de los argumentos de buena vecindad, pero hemos llegado a un punto en que el PSOE apoya hoy las tesis de Marruecos. Se limitan a pedir autonomía para el territorio. Hay muchos intereses económicos, es cierto, pero no es incompatible una buena relación con Marruecos con la defensa de los derechos humanos. Lo que pasa es que los políticos, al parecer, no lo entienden así.
—¿Cree que la posición del Gobierno se ha puesto en entredicho con el caso de Aminatu Haidar?
—Nos confirma totalmente esta tendencia de la que hablaba. Fue alarmante la posición del Gobierno español como colaborador necesario para que se la expulsase y se le impidiese regresar a su casa.
—¿Qué opina de las acusaciones marroquíes de que se trataba de un asunto humanitario desviado hacia el plano político?
—Es que el asunto no es para nada humanitario. Lo ocurrido ha sido capaz de resucitar un problema apagado hasta entonces y devolver la situación del Sáhara a los titulares. Casi se puede decir ha conseguido tantos resultados como la lucha diplomática a lo largo de los años. No es un asunto humanitario. Se trata de la líder de la resistencia saharaui en territorios ocupados. Es un tema político total.
—La causa saharaui lleva viva más de 40 años, y parece que el problema se perpetúa, ¿Cómo está el ánimo de las nuevas generaciones?
—Hay una parte de la población saharaui joven que empieza a entender que la lucha diplomática no da resultado, y cree que se deben retomar las armas. No han vivido la época más inquieta, no tienen tanta paciencia y quieren resultados más inmediatos. Desde el año 66, ya la ONU hablaba de descolonizar. Pero no se fuerza a Marruecos a cumplir con las resoluciones. Además, Minurso es la única misión -para propiciar el Referéndum del Sáhara- desplegada en un territorio en la cual no contempla la protección de los derechos humanos de la población civil. Todo ello provoca una desconfianza cada vez mayor ante las Naciones Unidas.
—Hay más de 5.000 marroquíes viviendo en España, ¿ha tenido usted la oportunidad de conocer la opinión de alguno de ellos sobre el conflicto?
—El asunto del Sáhara continúa siendo un tabú para los políticos, pero también para la población civil marroquí. Lo vemos en la prensa, donde curiosamente el medio de comunicación con mayor tirada ha cerrado por supuesta falta de ingresos económicos. Además, los índices de analfabetismo continúan siendo muy altos, sobre todo en el campo, donde es de un 90 por ciento.
—Un aspecto conocido de la causa saharaui es el acogimiento de niños procedentes de campos de refugiados, ¿sigue habiendo respuesta a esta demanda por parte de los campogibraltareños?
—El Campo de Gibraltar ha respondido siempre con gran sensibilidad. Además, el proyecto ha servido como vehículo para difundir la causa y se ha formado un vínculo familiar muy fuerte. Existe un problema, la financiación. Los viajes cuestan más de 500 euros en billetes de avión. Antes hemos llegado a traer a 150 o 160, pero en el último año sólo hemos podido atender a 68. Además, al haber salido otras iniciativas parecidas para niños ucranianos o bielorrusos, cada vez nos vemos obligados a hacer más actividades para autofinanciarnos.

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