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Jerez

La Entrega consolida su gesta cofradiera

La hermandad de Guadalcacín volvió a hacerse presente ayer en el centro de Jerez, añadiendo incluso 300 metros más a un itinerario de casi 14 kilómetros

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Dicen que lo importante no es llegar, sino mantenerse. Eso es lo que debieron pensar meses atrás los cofrades de la Hermandad de la Entrega después de que el año pasado culminaran la gesta de recorrer el largo trecho que separa a Guadalcacín del centro de Jerez, convirtiendo a la suya en la procesión más larga de toda España.

Dicho y hecho. Un año después, la cofradía ha logrado no solo repetir este hito, sino añadirle 300 metros más de propina al trasladar esa estación de penitencia desde la capilla de San Juan de Letrán hasta la iglesia de San Marcos. En total, casi 14 kilómetros de recorrido, prácticamente a kilómetro por hora.  

En Guadalcacín se respira ambiente de fiesta desde primeras horas de la mañana. Desde que hace poco más de una década sale a la calle el Señor de la Entrega, el Sábado de Pasión no es un día normal en la pedanía jerezana. Menos aún desde que sus cofrades se embarcaron en la aventura de peregrinar hasta el centro.

 

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A mediodía, con las calles guadalcacileñas a punto de saludar a los primeros nazarenos, los bares que salpican estos primeros metros del itinerario están hasta arriba.

La Hermandad de la Entrega ha puesto a Guadalcacín en el mapa de las principales cadenas de televisión, que se acercan hasta allí para dar fe del acontecimiento.

Cinco minutos antes del horario previsto se abre el portón lateral del templo y la multitud allí congregada responde con un aplauso. El sol de esta jornada primaveral cae de lleno sobre el rostro del nazareno tallado por Navarro Arteaga. Poco después se escucha la voz de mando del capataz, Tomás Sampalo, e inmediatamente suena la Banda de Cornetas y Tambores Fe y Consuelo, que por segundo año consecutivo ha llegado desde la localidad jiennense de Martos.

El paso se hace poco a poco a la calle. La cuadrilla está integrada por un total de 170 costaleros. Hay personal suficiente para garantizar el éxito de la empresa, y aún si cabe más ganas.

Van quedando atrás las calles principales de Guadalcacín. La cofradía avanza hacia la periferia de la entidad local autónoma y los carritos de chucherías empiezan a dejarse por ver por la avenida de San José Obrero, que no deja de ser una carretera sin arcén pendiente de urbanización.

La sombra de los eucaliptos -y la brisa creciente- alivia el calor de nazarenos y costaleros.

A lo lejos no está el mar, sino la barriada de San José Obrero, el reencuentro con la civilización tras esa singladura sobre el denso asfalto.

Llega el cortejo nazareno con la sensación de estar adentrándose en tierra extraña, mientras observan la estampa cofrades, curiosos y viandantes con renovada sorpresa. Y así va avanzando la comitiva a la hora del almuerzo por la avenida del Altillo. Hermanos de fila, costaleros, auxiliares...

El cortejo precisa también avituallarse y hacer frente a las necesidades más cotidianas. La hermandad pone celo especial en que no falte de nada cuanto resulte imprescindible para seguir adelante. Buena prueba de que ese operativo funcionó el año pasado es que todos los nazarenos -salvo dos- han repetido, e incluso se ha incrementado notablemente la cifra.

A la altura de la plaza del Caballo también hay relevo detrás del paso. La formación musical llegada desde Martos se toma un descanso y su lugar lo ocupa la Banda de Cornetas y Tambores del Rosario de Cádiz, que es quien acompaña al Señor de la Entrega en su recorrido por el centro de Jerez.

A cada metro que se avanza se va sumando gente alrededor de la cofradía, que empieza a vivir sus momentos álgidos cuando se hace presente en Antona de Dios, Bizcocheros, Larga, Tornería o Rafael Rivero, camino de San Marcos.

A las siete de la tarde no se cabe junto a los muros del templo del evangelista. Justo entonces, la Hermandad de la Entrega ha cubierto el objetivo de llegar al centro por segundo año consecutivo.

Ahora falta lo más duro: volver a casa. Puerta de Sevilla, Alameda Cristina, Mamelón, Eguiluz, Aladro, Santo Domingo... La cofradía recorre este tramo de su itinerario en pleno éxtasis y arropada por una multitud.

Pero luego hay que seguir por avenida de Méjico, Córdoba, Paseo de la Rosaleda, avenida de la Feria, la popular rotonda de los caballitos de colores, la avenida de Europa...

Empiezan a pesar las horas y el cansancio, pero también crece la ilusión por repetir una gesta que hace no hace demasiado parecía imposible. 

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