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Esther Vélez emociona con un gran Pregón Juvenil de la Semana Santa de Algeciras

Trasladó el mensaje de Jesucristo a los males de la sociedad actual. La orquesta Amigos de la Música dio la clave musical al acto

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  • Esther Vélez, la pregonera -
La parroquia de San Antonio de Padua se engalanó ayer para acoger la celebración del Pregón Juvenil de la Semana Santa algecireña, que este año ha corrido a cargo de Esther Vélez, de la Hermandad del Cristo de la Buena Muerte.

Las palabras de la joven cofrade, con una amplia trayectoria, pese a su juventud, de dedicación a la Iglesia, estuvieron precedidas de los sones de la orquesta Amigos de la Música, que interpretaron las marchas María Santísima del Dulce Nombre, de Luis Lerate; Aires de Triana, de Felipe Sigüenza; y Pasan los Campanilleros, de Manuel López Farfán.


Con el sonido solemne y hermoso de la orquesta retumbando aún en los ecos de San Antonio y el los corazones presentes, Esther Vélez comenzó a declamar un sentido pregón, en el que mostró su elevado nivel de compromiso cristiano y su amor por la Semana Santa.

“Me encanta la Semana Santa, hasta el punto de estar todo el año esperando su llegada. Será que tiene una elegancia soberana, que no dejo ni un momento de rezar, que Algeciras cofrade es especial... será que la Bahía serena mi alma”.

Con estas palabras comenzó la joven su pregón, cargado de sentimiento cofrade, familiar y fraterno: “No hay amor más grande que el que da la vida por los amigos, por eso este pregón va dedicado a mis amigos, a los que son capaces de sacarme la mejor sonrisa”.

Vélez fue haciendo un repaso detallado y sentido por los prolegómenos de la Semana de Pasión en su hermandad, los preparativos de todo el año, con eucaristías, limpieza de los enseres, traslados de las imágenes; o el recorrido por las calles para ver los obstáculos o impedimentos que pueda haber en los días previos al desfile; o el Viernes de Dolores, con “el olor a clavo molido de los roscos de mi abuela”.

Su pregón fue abandonando poco a poco lo prosaico, para adentrarse en la figura de Jesús, en el significado de la Semana Santa, y en la vigencia de su mensaje: “cada latigazo es una injusticia, hambre, paro, una patera o un embargo; y cada espina, es una vida perdida, el aborto, la eutanasia, la guerra o la violencia de género”.

La joven pregonera fue deteniéndose uno a uno en los días de la Semana Santa, glosándolos, y elevando ante el auditorio un mensaje mariano imponente: “soy capaz de buscar los ojos de la Virgen, que entre palios baja su mirada para decirnos que no está nada perdido”.

Un pregón de mucha altura y emotividad, que evidenció la importancia del papel que juegan los jóvenes en el sostenimiento de la llama cofrade.

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