La debacle de los centros comerciales

Publicado: 22/05/2014
Los desérticos espacios de Los Cisnes, Lancería o Jerez Plaza escenifican la decadencia de este modelo de negocio en el centro de Jerez
En  los centros comerciales de Los Cisnes, Lancería y Jerez Plaza, sin contar con el de la calle Honda -el gran olvidado- es más fácil encontrar un cartel de “se vende” o se “alquila” antes que cualquier escaparate lleno de artículos. Una situación que ha convertido a los negocios que todavía hoy apuestan por ellos en verdaderos supervivientes. Detrás de su permanencia está sobre todo el precio del alquiler del local, algo más económico que en cualquier punto de la zona centro, pero, ¿compensa este ahorro?Para algunos sí, sobre todo los que tienen su negocio en la entrada, pero los que están “secuestrados” más al fondo o en las plantas superiores y ven como hay mañanas en los que el cliente pasa de largo cada vez tienen más claro que, a menos que su rutina dé un giro de 180 grados, tienen que salir de allí lo antes posible.


Necesitan actividadesde dinamización, y la edad dorada de Los Cisnes empezó a decaer poco tiempo después de que el McDonald, el buque estrella de este centro comercial,  cerrara sus puertas. Ha llovido demasiado. A partir de ahí, la estampa de las escaleras mecánicas llenas de jerezanos fue decayendo hasta los niveles de hoy, donde es difícil ver a más de cinco o seis personas juntas.
Ahora mismo, apenas hay 14 locales con actividad, la mitad en la planta baja. Los restantes, casi una veintena, sin contar con los habilitados para oficinas en la última planta, llevan meses cerrados. “La gente utiliza este centro comercial como pasadizo para llegar a Plaza del Progreso; es que algunos ni siquiera saben qué tiendas están funcionando”, señala Eva Nicasio, de la librería Qasida, que echa en falta más implicación por parte de los jerezanos para evitar que éste y el resto de los centros comerciales caigan en el olvido. “Éste (por el de Los Cisnes) es el que mejor funciona de los tres y mucho de los clientes que entran son extranjeros, pero necesitamos mucho más, necesitamos animar esto”, señala. Unos metros más adelante, en Lancería, apenas hay cuatro o cinco locales ocupados, de los 16, entre un bar y una tienda de fotografía, que son los que verdaderamente funcionan porque dan a la calle Larga, mientras que abajo hay otras tiendas con un horario muy limitado o que abren con cita previa.


Poco a poco la vida en estas dependencias se fue apagando, pero la crisis lo ha terminado de hundir hasta el extremo de que bajar a media mañana a comprobar la oferta de negocios que hay puede resultar incluso algo tétrica por la falta de ruido propia de un centro comercial.En Jerez Plaza, en Doña Blanca, sólo subsisten una tienda de ropa infantil y una zapatería, justamente las dos que dan al exterior, al igual que ocurre con las otras dos que dan a Corredera. El resto está clausurado, una imagen impensable a la de hace una década.

“A nosotros nos duele ver escaparates vacíos”

¿Qué está fallando?Además del adverso contexto económico, en el caso de estos espacios comerciales hay connotaciones especiales, pues como señala la presidenta de Acoje, Nela García, se da el caso de que en algunos de ellos los propietarios ni siquiera viven en Jerez. Son de fuera y no les hace falta alquilar o vender; “no les duele” como si les duele a los jerezanos y al sector ver estas galerías comerciales en horas bajas, supeditadas a un horario y limitadas a la hora de ser objeto de actividades de dinamización.
“Algunos no son accesibles y sus intereses no están a la ciudad, pero a nosotros no nos gusta ver escaparates vacíos y sucios y fachadas semiabandonadas”, añade la representante de la asociación de comerciantes.

El 21% de IVA, una ‘tortura’ extra

Desde Acoje aseguran que en el centro siendo complicado mantener un negocio con precios competitivos por mucho que se apueste por la especialización si se tiene que pagar al mes un alquiler que difícilmente baja de los 3.000 a 3.500 para un local de 100 metros, sin contar con el 21% de IVA aparte, y el gasto de salarios para la plantilla, que en muchos casos van para la misma casa.

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