De la mesa debate sobre el xerecismo que se celebró el pasado jueves en el marco de La Peña Los Cien, y que será emitido tanto en el programa La Prórroga de este lunes como en el de Sportlandia del próximo miércoles en Ondaluz Jerez, me quiero quedar con el miedo que existe a volver a hablar del xerecismo en general lo que conllevó a que la presencia de aficionados fuese corta. La presencia de aficionados de uno y otro equipo, porque el sentimiento es el mismo pero la realidad es que existen dos equipos totalmente distintos, que a través del rechazo de la Fundación Xerecismo en Libertad a ese debate o bien al que se había mostrado a través de diversos grupos en redes sociales optaron por quedarse en casa en un gesto, sinceramente, que no llego a entender porque no se trataba de ir contra nada ni contra nadie, como diría don Sixto de la Calle en el acto de presentación del Xerez Deportivo Fútbol Club, sino de avanzar, si es que si pudiese, en la unificación de criterios de una afición que siente y vibra en azul pero en espacios diferentes. También me quedo con que la tarea de unir a las aficiones no va a ser ni mucho menos fácil. En estos tres años se ha generado un odio que hay que tratar de sofocar, se han hecho cosas y se han tenido gestos que han provocado que el distanciamiento entre las dos facciones se haya agrandado y el brindis al sol que fueron las reuniones del año pasado no sirvieron sino para ahondar en ese distanciamiento porque aquellos diálogos estaban llamados al fracaso desde el punto y hora en que en una parte, el Xerez CD, la sartén por el mango de las decisiones la tenía cogida Ricardo García que era quien iba a decidir finalmente si el equipo salía o no a competir y, por la otra, se era consciente, cuando se votó sí, que aquello era para nada porque la propia afición del CD había dicho que no a una unificación que ellos no terminaban de ver, por razones que no vienen al caso ahora de explicar. Escrito todo esto, me quiero quedar con las últimas palabras de Juan Miguel Becerra cuando dijo que “hay herramientas que están barajando un grupo de aficionados del Xerez CD para la salvación institucional del club, pero que pueden ser válidas para todos”. Le respondió Juan Carlos González que “por qué no se comparte esa búsqueda de soluciones con todos los aficionados” y Becerra respondió “vamos a seguir dialogando”.
Diálogo. Cómo va a ser ese diálogo y quiénes van a dialogar. Es el quid de la cuestión. En qué se puede basar un diálogo de acercamiento de las dos aficiones cuando la próxima campaña, si los problemas institucionales del Xerez CD no lo impiden, los dos equipos se van a enfrentar no solo dos veces, sino que a lo largo de toda una temporada, como dijo el propio Juan Miguel Becerra, los unos y los otros van a estar observando lo que hace su equipo y también el otro, cuando, si alguien no lo remedia, los unos se van a alegrar del fracaso del otro y viceversa. Eso es así, porque, reitero, es el mismo xerecismo pero son dos equipos con sus apetencias deportivas, con sus miserias y sus grandezas. ¿Cómo se dialoga a partir de ese escenario cuando parece claro, y así lo testificó Becerra y lo asumieron los muchos aficionados del Xerez CD que estaban presentes, que no se va a dejar solo a Ricardo García porque “no somos ricardistas, sino solo xerecistas que están al lado del Xerez Club Deportivo”. Y es que está claro que, si a Ricardo lo dejan solo, el Xerez C.D. moriría porque no habría capacidad económica alguna, como ya se ha demostrado en estos años. Pero ese escenario no se va a dar por lo que el diálogo es complejo, sobre todo cuando en una mesa u otra podrían seguir estando los mismos de siempre y, eso, al final haría aún más compleja la operación de acercamiento.
Mesa decisoria. Por todo ello pienso que hay que hacer más mesas, con otros invitados y con intención de alcanzar unos principios de acuerdo, dejando los egos y los personalismos. Eugenio Camacho, el brillante moderador de la mesa, indicó en su presentación que “esta mesa no va a negociar ni a decidir, va a hablar con respeto y generosidad. No hay que tener miedo a hablar o a dialogar, buscamos un xerecismo unido”. Mas después de lo sucedido en esa mesa quiero entender que hace falta sentar a gente que de verdad pongan las bases para tender esos puentes entre las diferentes sensibilidades del xerecismo, entre unos y otros y los que están quemados. Abundó Camacho en que “ha habido mucho miedo a esta mesa y los siete que estamos sentados aquí no somos los siete jinetes del Apocalipsis, nuestras armas son la palabra y el diálogo, que ha faltado y mucho en estos tres años”. Pues eso mismo, el diálogo con gente consensuada, el diálogo como base para el entendimiento y el diálogo que debe salir de esa próxima mesa para que se pueda decir ahora sí que sí que se va a hablar con el corazón xerecista por bandera, se va a hablar, que nunca se ha hablado, de qué es lo más conveniente para el xerecismo y para el fútbol de Jerez e, incluso, como ya pedí un día, dando un paso atrás los que lo pueden dar o los que entiendan que lo pueden dar para que ese proyecto que se pretende sea una realidad y no se convierta en otro fiasco, porque el fin del Xerez CD, por el que muchos han abogado de forma reiterada en estos años, lo que ha podido provocar ese odio entre familiares y amigos incluso, puede estar al llegar o puede fiarse a más largo plazo, como el propio Becerra abundó en esa mesa redonda de donde se extrajeron conclusiones como respeto, perdonar lo que haya que perdonar y, sobre todo, darle tiempo al tiempo. Un tiempo que puede ser largo o corto y eso va a ser cosa de los protagonistas de los debates.
Futuro. Unos debates que, ya digo, deben centrarse, si acontecen, única y exclusivamente en el futuro. El pasado, pasado es y ya es inamovible. Seguir moviéndose en arenas de quimeras, de lo que pudo ser y no fue, de lo que se podría haber hecho y no se hizo, de cómo hubiese sido si, por ejemplo, Morales no miente a la afición, al igual que Javier Tebas, anunciando una liquidación que nunca llegó o de cómo hubiese podido cambiar las cosas si no sale a competir el actual Xerez Deportivo Fútbol Club o si la afición toda le hubiese dado la espalda al proyecto de Energy es perderse en el tiempo, es entrar en una moviola inútil porque el pasado sirve para reconocer errores y no volverlos a cometer, aunque el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. El pasado hay que enterrarlo definitivamente y hay que sentarse en una mesa, o en dos o en las que haga falta, con la intención de hablar en clave de futuro. Un futuro que, a lo peor, lo marca la propia trayectoria deportiva de los equipos, un poco a imagen y semejanza de lo que sucedió en el año 1983 con Xerez Club Deportivo y Jerez Industrial cuando Pedro Pacheco intentó la unificación de ambos equipos bajo el nombre de Jerez CF. En el lado xerecista se aprobó y en el lado industrialista se negó y, a partir de ahí, cada equipo, cada aficionado, cada persona fue esclava de sus decisiones, para lo bueno o para lo malo. Los dos equipos siguieron su ritmo deportivo hasta que el detonante del balón o de los despilfarros llevó a que ambos se volviesen a encontrar cuando sus caminos futbolísticos se habían distanciado a partir de la temporada 1977/78. De todas maneras es un caso totalmente diferente, porque allí se hablaba de dos sentimientos contrapuestos. Eran dos equipos a los que en un momento dado le unieron muchas cosas pero que, desde hacía muchos años, no les unía absolutamente nada. A estos dos Xerez les une un mismo sentimiento, una misma pasión, unas mismas gentes que se abrazaron y lloraron cuando el equipo ascendió a Primera, unas mismas gentes que festejaron aquel primer triunfo en el Carranza o los ascensos a Segunda ante Ceuta, Tarragona, Gramanet o Toledo o, incluso algunos, aquellos ya legendarios ascensos en Badajoz o en Domecq ante el Salamanca. Son gentes que ahora están en distintos bandos pero que durante muchos años han estado en el mismo y que, ahora, a lo peor, en muchos casos, ni siquiera se saludan por la calle. La historia es completa distinta a aquella que trazó Pedro Pacheco. Por eso es importante que el xerecismo se siente y abogue por fórmulas para que, de nuevo, Paco o José estén juntos en las gradas de Chapín y defendiendo el mismo escudo y los mismos colores y escuchando el mismo himno.
Puede ser. Y todo eso puede ser, ojalá, pero asumiendo las cosas y los diálogos sin miedo. ¿Qué miedo existe a una mesa sobre xerecismo? ¿Hay algo que esconder? No hay nada de lo que ni unos ni otros, escogiesen el camino que escogiesen, se tengan que avergonzar. Sí, de algo, de perder amistades y quizá de haber avivado una llamada de la discordia porque se ha faltado al respeto, todos, sin que nadie se esconda, y se ha faltado también en muchas ocasiones a la verdad. Si ciertamente se quiere lo mejor para el xerecismo no hay nada que temer y hay que dialogar. Pero ¿es posible?