La Hermandad del Rocío de Jerez hubiera emprendido en la mañana de este miércoles el camino hacia la aldea almonteña. Nervios, alegría y fe hubiesen marcado el inicio del Rocío 2020 que comenzaría, como siempre, con la eucaristía de romeros en la Iglesia de Santo Domingo. Sin pandemia mundial que lamentar, los romeros jerezanos hubiesen iniciado así la peregrinación con la que recorrerían la calle Porvera hacia el Sanatorio de San Juan Grande y despedirse de Jerez rumbo al embarque en Bajo de Guía.
Sin embargo, el panorama en el templo dominico fue bien diferente durante este miércoles. La misa de romeros, que comenzó a las ocho en punto de la mañana, atrajo a decenas de hermanos y devotos que mostraron la intensa devoción que profesan a la Blanca Paloma.
El Simpecado jerezano descansaba con exornos florales junto al altar mayor del templo durante una eucaristía presidida por el prior del Convento de Santo Domingo, Fray Juan Carlos González, y en la que se respetaron las restricciones de aforo en el interior del templo, no superando el 50%.
Los que no pudieron llegar a entrar en el templo siguieron la misa desde el exterior, justo en el lugar donde debería haber estado esperando la carreta del Simpecado.
Una vez finalizó la Salve Rociera, la Iglesia de Santo Domingo abrió sus puertas para que los devotos pudieran inmortalizar el estandarte de la Reina de las Marismas, reflejando una vez más la intensa devoción y compromiso que despierta la Virgen del Rocío entre los jerezanos.
Algo que también se encargó de resaltar Joaquín Vallejo, que debería haberse estrenado este Rocío 2020 como hermano mayor de la Hermandad del Rocío de Jerez. “El Rocío no es solo juerga y tambor como dice la sevillana, es el compromiso de nuestra fe alrededor de la Virgen. Había que hacer ese camino de luz y esperanza y la hermandad tiene que estar a la altura de las circunstancias en forma de solidaridad”, aseguraba ayer tras la misa de romeros.
Tras la culminación de la eucaristía, la hermandad habilitó en el lateral del templo, frente al azulejo de la Virgen del Rocío, una carreta y una carriola solidaria al objeto de llenarla de alimentos para ser entregados en el almacén de Cáritas Diocesana de Jerez, y para lo que contó con una masiva respuesta de los rocieros de Jerez y de ciudadanos que contribuyeron con sus donaciones.