El gobierno local de Mamen Sánchez cumple hoy cien días al frente del Ayuntamiento, y si hay algo que echamos en falta es que no haya terminado de definirse, como gobierno, quiero decir. Durante todo este tiempo, la alcaldesa ha repetido en sucesivas entrevistas y ruedas de prensa que mantiene las puertas abiertas para que Ganemos Jerez e Izquierda Unida pasen a formar parte del ejecutivo local y así compartir las tareas de gobierno repartidas ahora entre cinco concejales y ella misma.
No sólo Sánchez, también Laura Álvarez, en otra entrevista publicada en este periódico, reconocía abiertamente hace un mes que estaba a favor de formar un gobierno de coalición con los concejales de las formaciones que apoyaron la investidura del ejecutivo socialista. Y así ha sido, hasta esta semana. La alcaldesa, que optó por anticipar su análisis de los primeros cien días de gobierno, modificó el lunes su discurso para reconocer que era posible gobernar en solitario durante estos cuatro años. De hecho, su balance quedó en un segundo plano; lo interesante no eran los datos, sino la invitación a leer entre líneas.
Y entre líneas sobresalen varios argumentos, algunos más ciertos que otros, cuanto más enrevesados. Entre otras cosas porque, aunque pareciera decirlo, lo que dijo la alcaldesa no es que vaya a gobernar en solitario hasta 2019, sino que ya no depende de ella, sino del interés de los demás, como si lo que ocurra en diciembre en las generales sólo fuera a afectarle a los demás partidos y no al PSOE.
No juega Mamen Sánchez, aunque lo parezca, a deshojar margaritas -
ahora sí quiero, ahora no quiero...-, porque al final su respuesta sigue estando del lado del “sí quiero”, pero sí a apurar en las curvas, víctima de sus propias reglas del juego, para avanzar hacia la meta y ganar algo de tiempo en favor de su equipo de Gobierno, a quien pretendía alentar de cara a la opinión pública tras superar los tres primeros meses de gestión que, todo indica, serán los más plácidos del año. El esfuerzo tampoco será en vano: lo de apurar en las curvas le servirá de experiencia para afrontar las que le aguardan por delante caso de no poder hacer frente al pago de las nóminas y, llegado el supuesto, no se sabe si mejor solos o en compañía de otros, de ahí la pretendida ambigüedad.
Por otro lado, si tomamos al pie de la letra lo que dijo la alcaldesa sobre gobernar en solitario no hallaremos más que obviedades, de ahí que extrañe aún más tanta indefinición. En primer lugar porque es cierto, se puede gobernar en solitario hasta 2019. Y, en segundo lugar, porque no necesita de nadie más para seguir gobernando, desde el momento en que por mucho que enfaden a sus socios de investidura con las decisiones que tomen con el paso del tiempo, en ningún caso se van a encontrar de frente con una moción de censura que devolvería la alcaldía al PP, ya que no sólo sería el fracaso del PSOE, sino la muerte de IU y Ganemos, fundidos los tres en una traición de funestas consecuencias electorales, como si salieran de un sórdido e improbable
menage a troi.
Cien días después, la estrategia sigue su curso, y tampoco queda claro que sea del gusto de todos. El delegado municipal José Antonio Díaz confesaba sin tapujos la pasada semana en este periódico: “Ni contemplo un pacto de gobierno con IU y Ganemos”, dijo. No sabemos si saliéndose del discurso oficial, si es que éste, en realidad, es el discurso oficial o que, simplemente, tiene la valentía de decir lo que realmente piensa, por encima de compromisos firmados, lo cierto es que ha sido más concreto y directo en una respuesta que todo el ejecutivo al que pertenece en más de tres meses a la hora de hablar del mismo asunto.
No digo que sea la respuesta modelo, pero mensajes de ese tipo son los que precisa una ciudadanía que -pueden hacer un sondeo por su cuenta- sí sabe quién es su alcaldesa, pero no quién gobierna en la ciudad, y que, por poner otro ejemplo de indefinición de quien la gobierna, sí sabe lo que es renovar el voto a su Patrona, pero no el sentido de anticiparlo a la celebración de la Misa, como si con eso dejara de ser una profesión de fe.