En el Ayuntamiento de Cádiz están pasando algunas cosas que llaman mucho o algo la atención desde que Teófila Martínez no está al frente de la Alcaldía. Algunos dirán que para mejor y otros que para peor, pero sin duda diferentes, como si después de un descanso les hubieran cambiado los diálogos a los personajes de una obra de teatro. Tienen por ejemplo a Fran González. Fue el candidato socialista a las municipales, ostenta la portavocía de su grupo y fue quien posibilitó la investidura como alcalde de José María González -para todos ustedes, Kichi-; y sin embargo, es el concejal más beligerante en los plenos -y fuera de ellos- con la máxima autoridad de la ciudad, y con permiso del PP. Pueden buscar sus enfrentamientos en youtube para hacerse una composición de lugar y la pregunta de sentido común.
Ya les digo que, como mínimo, les llamará la atención. Pero no sólo lo que le dice González, Fran, a González, José María, sino lo que le responde el alcalde al portavoz socialista en mitad de una interpelación sobre los motivos que llevan al gobierno local a solicitar la inclusión del Ayuntamiento de Cádiz en la asociación Aeopas -al parecer, el PSOE de Cádiz no lo tenía tan claro como el PSOE en Jerez, o viceversa, vaya usted a saber-. El caso es que González, José María, interrumpe una y otra vez a González, Fran, amenazándole con cortarle el micrófono cuando éste estaba en el turno de su uso de la palabra, y termina por decirle: “Si quieres, vamos después a tomarnos un café y te lo explico para que te quede claro”.
Yo pensaba que estas cosas sólo podían pasar en Cádiz. No por la ciudad, sino por la peculiaridad de su propio gobierno, que está a punto de conceder un nuevo rango al concepto de banalidad ante la pueril trascendencia de una gestión en la que pesan más los debates en torno a las fiestas del Carnaval o las ayudas a las cofradías que hacer efectiva la propia necesidad del ejecutivo reivindicado desde las urnas. Como dice Daniel Innerarity, “la lógica de la moda ha invadido la lógica política y lo que tenemos son productos de temporada. Por tanto, también los tiempos de la decepción política se han acelerado”
Lo pensaba, insisto, pero esta semana se ha repetido la jugada en el pleno de Jerez. Antonio Montero, concejal del PP, interpelaba al delegado de Cultura, Francisco Camas, sobre el resultado económico de la Fiesta de la Bulería y las entradas de protocolo repartidas entre los asistentes. Camas fue dando los detalles y Montero insistiendo en otras cantidades, hasta que la alcaldesa les aconsejó que después se vieran en el patio y aclarasen entre ellos las dudas, que es como si te cortasen la luz a cinco minutos del final de
El sexto sentido, puesto que las dudas debatidas en pleno son de interés general y no exclusivo de los concejales participantes, ni tampoco para contestarlas en un patio o en la barra de un bar.
A Mamen Sánchez, en cualquier caso, hay que concederle el beneficio de la duda del que ya no dispone González, José María, en Cádiz -puede que González, Fran, tampoco-, porque las sesiones plenarias de este mandato se le tienen que estar haciendo largas hasta a ella, y más aún cuando te das cuenta de que eso de gobernar en minoría es posible siempre en teoría, pero sólo la mayoría de las veces en la práctica, sobre todo si llegas a los plenos sin la tarea hecha, aunque ahora te sirva para tener la lección bien aprendida. Si no lo hace, a su Gobierno se le va a hacer muy cuesta arriba el último trimestre del año. Puede que hasta si le pides que formule un deseo te responda “que sea ya 1 de enero, ...y que Pedro Sánchez sea el próximo presidente del Gobierno”. Lo siento, sólo se podía pedir un deseo-.
De momento, la estrategia es la misma que ya utilizó el PP en su día y que tanto le criticó: dar patadones hacia adelante, como si en ambos casos hubiesen fichado de asesor a Javier Clemente. Si no lo es -el patadón- pedir un anticipo de la PIE, que todavía no tienen claro qué repercusión puede tener sobre una hipotética revisión del plan de ajuste el año próximo, se le parece bastante. Si lo consiguen, el anticipo, la cuenta rondará ya los cien millones de euros, casi a millón por día de gobierno. Mejor no hacer reglas de tres.