"Oye Mohsin, vamos a explotar aquí si Dios quiere", "por Alá que me reventaré". Así de claras eran las intenciones de un presunto yihadista, detenido en 2019 tras jurar lealtad al Dáesh, en un vídeo que envió por WhatsApp a su "primo Moshin" y que grabó en agosto de 2018 con su rostro en primer plano y de fondo el recinto ferial de Manilva (Málaga), donde residía.
Mohamed Louarti, del que, a la luz de esta grabación, se temió que planease un atentado en la feria de Manilva, será juzgado a partir del próximo miércoles en la Audiencia Nacional. El fiscal pide para él 8 años de cárcel por integración terrorista o una pena alternativa de 6 o 4 años por adoctrinamiento.
El 4 de enero de 2019, el acusado hizo público en su perfil de Facebook, "Anwar Andalusí", un juramento de lealtad a Dáesh, "condición que se entiende como paso previo para alcanzar el paraíso a través del martirio", lo que precipitó su detención once días después, relata la Fiscalía en su escrito de acusación.
"Yo le he jurado pleitesía al califa de los musulmanes Abu Bakr Al Baghdadi, en la obediencia absoluta", decía su juramento, que culminaba un proceso de radicalización que, según el fiscal, se inició en 2013 hasta llegar a actuar "con ánimo de formarse en los postulados del Dáesh y de poder a su vez formar a otros".
En ese mismo perfil, que abrió tras los atentados yihadistas de Cataluña del 17 de agosto de 2017, hizo varias publicaciones, como una, un día antes de su detención, en la que dijo "amén" a un comentario de un perfil con el nombre de Abu Osama El Magrebí.
Éste decía en árabe: "Para nuestro Sheikh Abu Bakr Al Bagadadí, le decimos, tienes en Marruecos un ejército que solamente Dios sabe cuántos son. Moríos los enemigos de Dios".
Según el fiscal, el acusado además se dedicaba "sistemáticamente" a buscar contenidos yihadistas y sobre cómo navegar por la internet profunda (deep web) para adquirir armas de fuego tipo Kalashnikov, llegando a interesarse por una carabina de aire comprimido en una página de subastas.
Así, entre el 4 de diciembre de 2018 y el 14 de enero de 2019, se dedicó a visionar 36 vídeos publicados por el aparato de propaganda del Dáesh.
"Se trata de vídeos con llamamiento a hacer la yihad violenta ya sea en tierra del Califato, o de no poder desplazarse (...) inducen a la comisión de atentados en Europa, hablan de la necesidad de morir como un mártir para alcanzar el paraíso", expone la Fiscalía.
En algunos de esos vídeos, "se pone de manifiesto la necesidad de adoctrinar a los menores en la ideología del Dáesh e incluso de proveerles de las mismas armas que usan sus padres".
El propio acusado, en vídeos grabados en su entorno familiar, equipara a su hijo de corta edad con un combatiente yihadista; lo califica de "soldado", le habla de El Baghdadi y trata de enseñarle a decir "Allahu Akhbar" (Alá es grande).
Todo ello, prosigue el escrito, en consonancia con la fotografía que envió del niño a dos chat de WhatsApp y en la que aparece con un arma de juguete tipo Kalashnikov junto a las palabras "yihad" y "el muyahidín".
Poco antes de su detención, entre el 7 y el 15 de enero, revela la Fiscalía, se conocía el chat "Mafia de Bandiban", cuyo nombre hace referencia a un barrio de la ciudad de Fnideq (Marruecos) de donde es natural el acusado, y en el que se comunicaba con otros cuatro hombres residentes allí.
Los integrantes de dicho grupo llegaron a justificar atentados como el asesinato de dos turistas en Marruecos el mes anterior, y defendían la necesidad de pasar desapercibidos en sus estados de residencia para evitar ser descubiertos.
Criticaban además a España y a Marruecos por ser países en los que no se aplica la Sharía, lo que debería dar lugar "a dar muerte a los infieles, los homosexuales y a quienes beben alcohol".
Mostraban también su interés por la muerte, la despedida, y el paraíso, así como por cierto tipo de medicamento, Rivotril.
Conocido, explica el fiscal, por su consumo con hachís, que lo convierte en una droga llamada "karkubi", que provoca sobreexcitación y agresividad, similar a la llamada "droga de los yihadistas o captagón", de cuyo consumo se hacen eco combatientes del Estado Islámico en zona de conflicto.