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Hambruna en Sudán del Sur: grito por los que mueren aislados en guerra

La ONU ha lanzado esta semana la alerta máxima al estimar que unas 100.000 personas podrían morir de hambre en dos zonas

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  • Sudán del Sur -

La primera hambruna declarada en seis años se veía venir en Sudán del Sur, el país más joven del mundo donde la guerra se está cobrando víctimas entre quienes, aislados desde hace meses, no pueden alimentarse ni recibir ayuda.

La ONU ha lanzado esta semana la alerta máxima al estimar que unas 100.000 personas podrían morir de hambre en dos zonas del Estado septentrional de Unidad, rico en petróleo, y otro millón necesita asistencia urgente para salvarse en el resto del país.

Los condados afectados son Leer y Mayandit. Allí el conflicto entre los leales al presidente, Salva Kiir, y los rebeldes entró en una fase crítica en julio del año pasado, cuando un brote de violencia obligó a marcharse a la mayoría de organizaciones humanitarias en el terreno.

Muchas personas huyeron, pero otras comunidades quedaron asediadas y han permanecido como "rehenes de una minoría de actores" todo este tiempo, lo que ha contribuido a la hambruna, sostiene a Efe el director de la ONG Care en el país, Fred McCray.

En conversación telefónica desde la capital, McCray dijo que esperan expandir sus actividades a Leer (hasta ahora brindan ayuda a unas 100.000 personas en otras partes de Unidad) en colaboración con otros socios cuando las condiciones lo permitan.

La declaración de hambruna asumida por las autoridades y su promesa de facilitar el acceso a las comunidades marginadas ha sido un primer gesto.

Pero deben ser todas las partes en conflicto, incluidas las diversas facciones insurgentes, las que garanticen la seguridad de las operaciones humanitarias para no poner en riesgo las vidas del personal y los civiles, subraya el portavoz del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Sudán del Sur, George Fominyen.

Desde que estalló la guerra en diciembre de 2013, con Kiir denunciando un intento de golpe de Estado por parte de su rival Riek Machar, el PMA ha estado negociando el acceso a los más necesitados con los grupos que se dividen el territorio.

Hasta ahora han podido atender entre distintas organizaciones a medio millón de personas al mes mediante el denominado mecanismo de respuesta rápida, que no es otro que el envío -con helicópteros y aviones- de alimentos y enseres básicos de supervivencia a áreas solo accesibles por aire.

Pero la crisis se ha vuelto cada más compleja en un país nacido apenas en 2011 al independizarse de Sudán: ya hay unos dos millones de desplazados internos y otro millón en los países vecinos.

McCray señala que el conflicto se ha extendido a zonas que antes eran pacíficas. "La mayoría de los sursudaneses son pequeños agricultores y solían producir sus propios alimentos, pero ahora que han tenido que dejar sus hogares por la inseguridad no son capaces de plantar", explica.

Además, la interrupción del comercio y de las importaciones por los combates ha sumido al país en una profunda crisis económica.

A las dificultades en el terreno se suma la falta de recursos. Según la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, solo se ha recabado el 1 % de los 1.600 millones de dólares necesarios para proteger a 5,8 millones de personas en Sudán del Sur este año.

"Si seguimos así empezaremos a quedarnos sin alimentos que repartir en junio", calcula Fominyen, que teme el momento en el que tengan que "revisar las prioridades", lo que significa atender solo a los más vulnerables.

Luca Russo, de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), enfatiza que la declaración de hambruna, la segunda de este siglo, llega cuando "ya es demasiado tarde" y hay gente que ha empezado a morir de inanición y no por armas de fuego.

"Lo llevábamos diciendo durante meses", sostiene el experto, que llama a actuar de inmediato ante el riesgo de empeoramiento.

La inacción marcó la anterior hambruna en Somalia, declarada en 2011. Russo recuerda que la comunidad internacional, que antes no había intervenido, envió una ayuda masiva y solo entonces se supo que habían fallecido 250.000 personas.

La falta de lluvias y el yihadismo de Al Shabab golpearon ese frágil país africano hace seis años y lo están volviendo a hacer al colocarlo otra vez al borde de la hambruna, situación que comparte con Nigeria, bajo los ataques de Boko Haram, y el Yemen, ahogado por la guerra.

En total, advierte la ONU, son veinte millones de personas en cuatro países que ya sufren hambruna o están a punto de padecerla en los próximos seis meses.

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