El presidente saliente de EE.UU., Donald Trump, convirtió este lunes lo que debía ser un mitin a favor de los dos candidatos republicanos al Senado en Georgia en un acto de defensa de sus propias maniobras antidemocráticas para retener el poder, que amenazan con partir en dos a su partido.
Tanto Trump como el presidente electo del país, Joe Biden, viajaron a Georgia para hacer campaña a favor de los candidatos de sus respectivos partidos que este martes se juegan el cargo en unas elecciones que decidirán quién controla el Senado durante los próximos dos años, y sus mítines no pudieron ser más diferentes.
Mientras Biden hizo un alegato sobre el poder que tiene cada votante estadounidense para cambiar las cosas en el país, Trump repitió sus teorías conspiratorias y acusaciones infundadas sobre las elecciones del pasado noviembre, que tienen como objetivo invalidar millones de votos que no fueron a su favor.
UN MITIN MARCADO POR LA POLÉMICA
"De ninguna forma pude perder en Georgia, esas elecciones estuvieron amañadas", dijo Trump nada más subir al escenario en la localidad de Dalton, donde aireó sus acusaciones no demostradas de fraude durante alrededor de una hora y media.
El mitin de Trump fue seguramente el último que dará como presidente en un estado clave, dado que Biden llegará al poder el 20 de enero, y se produjo dos días después de que se filtrara a la prensa una alarmante llamada que mantuvo el sábado con el secretario de Estado de Georgia, el republicano Brad Raffensperger.
En esa conversación, Trump pidió a Raffensperger que "encontrara" miles de votos a su favor en ese estado, los suficientes para invalidar la victoria de Biden en Georgia, a pesar de que ya ha habido tres recuentos en el territorio y todos ellos han dado como ganador al exvicepresidente demócrata.
Esa extraordinaria revelación ha llevado a expertos legales a sugerir que Trump podría haber violado leyes federales y estatales con esa presión, y las autoridades de Georgia se están planteando investigar el tema, mientras que dos congresistas demócratas han pedido al FBI que haga lo mismo.
Durante su mitin en Georgia, Trump solo se refirió a la llamada para afirmar que "a todo el mundo le encantó", a pesar de que ha puesto en una posición incómoda a prácticamente todos los miembros de su partido, y ha provocado que al menos tres senadores republicanos -Pat Toomey, Liz Cheney y Martha Blackburn- le critiquen por ello.
Sus presiones a las autoridades electorales de Georgia han echado más leña al fuego de la guerra abierta en el Partido Republicano, entre aquellos que le bailan el agua a Trump en sus acusaciones sin pruebas de fraude electoral y los que quieren distanciarse de esa batalla.
ESPERANDO LA SESIÓN DEL CONGRESO
En ese segundo bando se encuentra el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, quien ya reconoció en diciembre a Biden como presidente electo y tendrá un incómodo papel que desempeñar este miércoles 6, cuando el Congreso se reunirá para contar los votos surgidos de las elecciones del 3 de noviembre.
Al menos trece senadores republicanos y más de cien congresistas de ese partido en la Cámara Baja han adelantado que presentarán o respaldarán objeciones en esa sesión del Congreso a los resultados en varios estados.
Aunque no hay ninguna perspectiva de que la sesión en el Congreso cambie el resultado de los comicios, sí se alargará durante muchas horas y contendrá varias votaciones en las que cada republicano deberá decidir si respalda el asalto de Trump al proceso electoral, que muchos consideran un intento de golpe de Estado.
EL IMPACTO EN LAS ELECCIONES DE GEORGIA
Las maniobras de Trump prometen influir en las elecciones de este martes en Georgia, que decidirán qué partido controla el Senado durante los dos primeros años de Biden.
Los republicanos solo necesitan ganar uno de los escaños que están en juego en Georgia para retener el control del Senado, mientras que los demócratas podrían arrebatarles esa batuta si consiguen conquistar los dos asientos que se disputan.
La insistencia del presidente saliente en diseminar "desinformación" sobre un presunto fraude en Georgia en las elecciones de noviembre puede provocar que muchos habitantes del estado no acudan a votar este martes, advirtió este lunes Gabriel Sterling, encargado del sistema de votación en el territorio.
"Es fácilmente demostrable que todas estas (acusaciones) son falsas, pero el presidente persiste en ello. Y al hacerlo, socava la fe de los habitantes de Georgia en el sistema electoral, especialmente la de los republicanos", subrayó Sterling en una rueda de prensa.
A Trump no pareció preocuparle ni lo más mínimo esa advertencia, y dedicó casi todo su mítin a denunciar un presunto fraude en su contra.
TRUMP PIDE "SALVAR" EL PAÍS, BIDEN PIDE CAMBIARLO
El discurso de Trump fue contradictorio, sin embargo, porque al tiempo que aseguraba que seguirá en el poder más allá del 20 de enero, también advertía a los republicanos que las elecciones en Georgia, y la posibilidad de retener gracias a ellas el Senado, eran la "última línea de defensa" para el partido.
"Su voto mañana será la última oportunidad de salvar al Estados Unidos que amamos (...). Pero esto no significa que esté reconociendo la derrota", aseguró.
Mientras, Biden hizo campaña en Georgia junto a los dos candidatos demócratas, Jon Ossoff y Raphael Warnock, que intentan desbancar a los senadores republicanos David Perdue y Kelly Loeffler.
"Esto no es una hipérbole, ustedes pueden cambiar Estados Unidos" con este voto, afirmó el presidente electo.
Biden no se refirió a la controvertida llamada de Trump al secretario de Estado de Georgia, sobre la que aún no ha hecho comentarios, pero sí subrayó que el poder en Estados Unidos no se puede "tomar a la fuerza", sino que surge "de la voluntad del pueblo".