Muchos nombres serán recordados como auténticos héroes que colocaron la bandera del fútbol roteño en el pico más elevado:
Fernando Niño, Javier Zafra, Juan José Cañas o José Mari, además de otros muchos pertenecientes a generaciones más recientes que, más pronto que tarde, accederán a formar parte de esta lista de laureados avalados por grandes
éxitos con los que tan solo pueden alcanzar a soñar todos los demás: debutar en Primera, alzar un título de prestigio nacional o portar el brazalete del equipo de su ciudad. Grandes logros admirados con orgullo por el resto de sus vecinos, desde la lejanía. A decenas de kilómetros, o quizás cientos, con una pantalla como único medio para recortar la distancia y sentirse más cerca. Quizás, esos mismos futbolistas también hubieran deseado sentir el calor de su gente en esos momentos inolvidables, pero como se suele decir,
nadie es profeta en su tierra. Tan solo unos pocos tendrán la suerte de ser reconocidos como emblemas de nuestro fútbol, pese a haber dedicado toda una vida a conservar la afición por lo nuestro, por unos colores tantas veces olvidado. Por unos escudos que defendieron nuestros amigos, hermanos, padres o abuelos. Unos escudos que mantienen un extenso recorrido de deporte a sus espaldas, pero también de
historia y tradición. Son los futbolistas del CD Rota o la UD Roteña. Muchos de ellos no guardan un recuerdo en un gran estadio, pero notan como el vello se les eriza cada vez que pisan el césped del Antonio Pazos ‘Monago’ o el Manuel Bernal Sánchez-Romero. Tampoco son estrellas: sus nombres suenan cada vez más desconocidos a medida que se alejan de la provincia, pero todos le saludan con entusiasmo cada vez que cruzan las puertas de acceso al estadio con la ilusión del primer día. Solo por eso merecen ser recordados como héroes. Por su enorme contribución al deporte roteño.
Álex Expósito ha decidido anunciar su retirada al final de la temporada. El capitán de la UD Roteña echará el cierre, así, a toda una vida sobre los terrenos de juego en los que ha vivido un cúmulo de experiencias, vivencias y momentos para el recuerdo que componen una carrera de mucho éxito, con un punto de partida en el fútbol local. Comenzó a despuntar a los 14 años, cuando
llamó la atención del Real Valladolid. Contenido por el miedo de un niño que estaba a punto de vivir su primera experiencia fuera de casa a tantos kilómetros de distancia, pero impulsado por la ilusión de perseguir su sueño, Álex Expósito aceptó el reto y pasó cinco temporadas en la cantera del equipo pucelano. El
Málaga CF B fue su siguiente destino, antes de fichar por el
filial del Cádiz CF en Tercera División con 21 años cumplidos. Allí coincidió con nombres como Manu Barreiro, que terminó alcanzando el techo de su carrera con el ascenso del Deportivo Alavés a Primera División. También con Chico Flores, otro que terminó apuntando alto de aquel equipo: llego a ponerse a las órdenes de grandes leyendas del fútbol como Pep Guardiola en el FC Barcelona B o de Michael Laudrup en el RCD Mallorca y en el Swansea City de la Premier League. Álex Expósito trazó un camino diferente, condicionado en todo momento por las lesiones. Tuvo la oportunidad de volar hacia Bélgica para firmar por un Anderlecht que, a la temporada siguiente, picaría el billete para la UEFA Champions League. Siempre nos quedará ese pensamiento de cómo le hubiera cambiado la vida al delantero roteño en el caso de que no hubiera conocido el lado más crudo del deporte con un calvario de lesiones, pero nada supuso nunca un obstáculo insalvable para una persona optimista de naturaleza como Álex, que se reconstruyó para continuar buscando nuevos retos. UD Los Barrios, Atlético Sanluqueño, Racing Club Portuense, CP Villarrobledo, Albacete Balompié, Écija Balompié, Xerez DFC, Conil CF, Puerto Real fueron otros equipos en los que este trotamundos selló su huella. También una efímera experiencia en Galicia de la mano del Barco orensano a los 31 años, en plena madurez futbolística. Allí le ofrecieron unas buenas condiciones económicas, pero cada vez que salía de casa, siempre pensó en la idea de volver. Hasta en tres ocasiones vivió etapas diferentes con la UD Roteña. “Valoré el sentirme feliz jugando al fútbol con los míos, con mi familia, con mis aficionados y con el equipo que me vio nacer como jugador.
Pierdo dinero con este cambio, pero creo que mi carrera tiene que tener un fin y éste se debe dar en mi hogar. A veces es más importante la felicidad de mi familia que el dinero”, comentó una vez confirmada su vuelta por segunda vez al entonces Arturo Puntas Vela, donde su
implicación con el escudo, su maestría sobre el campo y, con el paso de los años, su ejemplo hacia los jóvenes canteranos, le convirtieron en un emblema. Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas aunque, en el caso de Álex, cada vez que volvió a Rota solo hizo agrandar su leyenda. Muchos le recordarán por la temporada de la consecución del
ascenso histórico a Tercera División como uno de los líderes del equipo que celebró en un partido épico ante el eterno rival, por formar parte de la plantilla que conquistó la primera Copa Provincial, o por actuaciones individuales memorables que quedarán para siempre grabados en la retina de todo aficionado, rojillo pero también verderón. También atravesó momentos complicados en la Roteña, aunque nunca pensó en abandonar el barco: solo en seguir remando contra todo para dejar a su equipo en buen lugar. Con alas capaces de llevarle a lugares más altos, pero con los pies clavados en el barro del fútbol local,anclado por el amor a unos colores que siempre le guio su carrera, porque el corazón siempre le pesó más.
Ahora decide decir adiós. No por un motivo físico, tampoco frenado por dinero: aún le queda cuerda para rato a sus 38 años, mientras que la economía tan humilde que se mueve en unos escalafones tan modestos nunca ha sido para él una prioridad. Lo que le ha llevado a dar un paso al lado es la evolución que ha experimentado en un fútbol que luce irreconocible respecto al que se enamoró de primera vista siendo un niño. “Ahora te rodeas de gente sin sentimientos hacia ti, solo a lo que le puedas ofrecer. Los jóvenes no te respetan, los aficionados creen que saben todo de ti solo viendo tu físico, pero pocos te conocen como eres por dentro. Ahora nadie te cuida, solo eres bueno si ganas, pero nadie se preocupa en ir labrando un camino bueno y fuerte que te pueda servir para un futuro.
Ahora solo vale el presente, si ganas eres bueno y si pierdes eres malo, y así estás educando futuros monstruos. Y ya del pasado ni te hablo. Es verdad que
siempre has tenido poca memoria, pero ahora se te va de una semana a otra.
En el fútbol base ya te has vuelto insoportabl
e, no hay quien se siente en una grada al lado de esos padres tan ultras de sus hijos que hacen que vayan creciendo y perdiéndote el respeto”, escribió el capitán de la UD Roteña en su carta de despedida. Porque Álex Expósito siempre creyó que, además de un deporte, el fútbol es una
herramienta para concienciar, educar y progresar como sociedad.
Dicen que nadie es imprescindible en esta vida. A rey muerto, rey puesto. Los goles ya habrá otro que los meterá, pero el aficionado notará la ausencia de este delantero escurridizo cada fin de semana, porque Álex Expósito siempre fue mucho más que otro dorsal más. Un delantero diferencial. Un líder. Un capitán. Un corazón de puro sentimiento por la Roteña. Álex Expósito se despedirá llevándose consigo un pedacito del escudo, porque Álex Expósito es la Roteña. Es parte de nuestro deporte.