Disfraces de brujas, de zombis con o sin uniforme, calaveras, huesos que no de santos y hasta escenas tétricas como la de una niña atropellada por un coche. Eso y mucho más es lo que predomina en la celebración de los Tosantos, otrora un motivo para criticar a los gobernantes o a quien se pusiera por delante, muy del gusto de una tierra como la gaditana.
Se vio en el concurso de disfraces y se vio, la otra parte, la pasiva, en los puestos del Mercado Central, donde no había ni un solo animal disfrazado, lo que se ahorran los políticos. Y eso que el día festivo daba para algo más, pero está visto y comprobado que la fiesta anglosajona de Halloween se ha comido a los Tosantos y sólo ha dejado los huesos.
Hasta la decoración oficial del mercado era alusiva a la fiesta de los sustos y la jornada anterior en la calle ya se había visto que no hay color entre una fiesta a la que se iba a mirar y divertirse con las ocurrencias de los demás -de los detallistas- y la posibilidad de ser parte activa de esa fiesta, más si hay disfraces por medio y sangre émula de películas americanas.
Lo único que mantenía el sabor eran las viandas que se estaban repartiendo entre los asistentes, chacinas y hasta tortillitas de camarones y el vino con el color de la tierra. Lo demás era una copia personalizada de lo que no es la fiesta allá donde tiene mayor arraigo. Para más inri.