Un telón sin barreras
Fermín Cabanillas
Sevilla, 12 sep (EFE).- Detrás del telón del teatro Alameda de Sevilla esperaban este miércoles bailaores y danzarines con los nervios propios de quién es protagonista de un estreno, con ese hormigueo normal de quién se sube a un escenario de la Bienal, pero con el matiz de tener eso que se llama a veces eufemísticamente "problemas", que han superado para ser parte de la programación de la gran cita flamenca.
Y lo han hecho mediante el empeño del bailaor y coreógrafo José Galán, que hace doblete en el considerado el mayor festival flamenco del mundo, ya que una coreografía suya la abrió el pasado jueves, con decenas del personas bailando al unísono junto al Guadalquivir, y entonces, como ahora, su obsesión era que el baile no tenga barrera alguna por motivo alguno.
En ese empeño, este miércoles se ha estrenado 'Detrás del telón', en el que Galán ha elevado al infinito el concepto de integración, uniendo a jóvenes con discapacidad -en silla de ruedas, con ceguera o sordera- hasta internos de la cárcel psiquiátrica de Sevilla con un permiso especial para ser parte de la obra y salir de los muros de la prisión para una actividad cultura sin precedentes.
Es la primera vez que la Bienal de Sevilla se abre a la participación de grupos en exclusión, y en concreto a internos penitenciarios de psiquiatría, pero parece que José Galán no es amante de hacer cosas fáciles.
Por eso, su obra no ha pasado desapercibida para el público, con un elenco completado por actores sin discapacidad alguna, "porque eso, y no otra cosa, es la base de la integración con mayúsculas", explica el autor.
La ayuda para sacar adelante este empeño del bailaor camero ha sido tanta como las trabas, pero cuando se han apagado las luces del teatro, todo lo malo ha quedado en el olvido, y las bambalinas del teatro han entrado en ebullición, como en cualquier espectáculo que se precie, y en este, más aún y con más razón todavía.
En lo positivo, Galán destaca el trabajo de la ONG Solidarios para conseguir los ensayos y el permiso para sacar a los presos de la cárcel, la labor de la Fundación Cristina Hereen, que le ha dejado sus instalaciones sin coste, o la fuerza que demuestran algunos de sus artistas con discapacidad sensorial.
"Se lo curran, y mucho, tienen sus trabajos por la mañana, cierran, y un rato después están ensayando, y así día tras día, sin desfallecer", ha manifestado.
En lo negativo, el bailaor prefiere eludirlo, y tras hablar poco más de diez segundos de algunos problemas incomprensibles, que ha tenido en su camino a esta obra, se para a hablar de lo grande que es ayudar a que cualquier persona pueda hacer lo que quiera en esta vida.
Señala que la Bienal ahora sí es accesible en todos los sentidos, el arte y la cultura, o que anda como loco preparando nuevas cosas, nuevas ideas, para que este espectáculo no sea una despedida, sino un punto y seguido en una enorme agenda de trabajo, siempre relacionada con el flamenco y las mil cosas que le rodean.
En ese ambiente, no ha parado de entrar y salir gente del escenario, con toda la orientación posible para que a nadie se le escape un detalle, con una intérprete de lengua de signos, con actores que no tenían nada que envidiar a los que se llaman profesionales y con una noche en la que, quizás, los acontecimientos más importantes son los que el público no ha visto.
Se han dejado detrás del telón dos años de preparativos, el tiempo formación y mucha mano izquierda para que todo el mundo tenga el sitio que merece en la cultura, sin importar qué capacidad le robaron la vida o el destino.