En 1997, Eloy Vargas Cortés se hizo cargo del negocio que, hasta entonces, regentaba su tía Chelo. Era (y es) una papelería, que hoy día mantiene en su nombre el nombre de su tía y el de Pepi, su madre. Es Cheype. Sin saberlo entonces, en la España que se desperezaba de la Expo de Sevilla y se preparaba para entrar en el siglo XXI, había nacido un referente del sector.
Desde entonces, su negocio ha capeado muchos temporales, como cualquier empresario. En 2005 se marchó a la calle Alfarería, a una de las zonas industriales de Marchena. Solo habían pasado tres años en la nueva ubicación cuando llegó la crisis económica de 2008. La superó, y ahora se enfrenta a un horizonte que, como toda España, marca demasiadas dudas en el horizonte, pero lo hace con un convencimiento: “vamos a sufrir, pero saldremos adelante”.
Eloy habla casi en nombre de todas las papelerías, uno de los sectores olvidados cuando se habla de los efectos colaterales del coronavirus y la crisis económica que ha provocado.
Un trabajo sin cliente fijo
Para empezar, llama la atención que una tienda de las dimensiones de la suya abre sus puertas en cualquier momento lo mismo a un vecino que quiere un bolígrafo que a una gran empresa que demanda una impresora industrial o 5.000 folios.
La crisis se ve en su negocio con un simple vistazo: a la izquierda de la entrada, una columna de impresoras espera a los clientes. Se han convertido en uno de los productos estrella de la crisis, por la gran cantidad de alumnos y trabajadores que han tenido que convertir sus casa en oficinas: “al principio había hasta problemas para encontrarlas. Había una gran demanda, y los pedidos no llegaban con la premura que tiendas y clientes demandaban. Luego, se estabilizó, y fueron respondiendo a tiempo”.
Como curiosidad, explica que algunos clientes “se han puesto las pilas” con la informática, y tras no tener contacto con los ordenadores, “hasta me han sorprendido, instalando las impresoras sin ayuda, sobre todo teniendo en cuenta que con el confinamiento era imposible ir a sus casas a ayudarles u orientarles”.
Las mochilas, testigos de la crisis
A la derecha de la entrada, está la otra cara de esta crisis. Decenas de mochilas están esperando que pase el temporal. Igual que los lotes de regalos de las comuniones que nunca se celebraron, las mochilas para la hipotética vuelta al cole están esperando a los niños para que se las cuelguen a la espalda, pero por ahora no se sabe qué va a pasar. La incertidumbre sobre qué va a pasar siempre es el peor enemigo de la economía, y esta es una prueba más.
No obstante, Eloy levanta la persiana cada día confiando en que todo va a mejorar. Tiene también importancia en esa confianza que su empresa pertenece a un grupo de compras, como es Ofiexperts. “En estos momentos, sin esa ayuda, hubiese sido complicado”, sentencia.
Para seguir adelante, hay palabras que funcionan, como “sinergia”, con la idea de unos jóvenes en el pueblo de transportar lo que necesitan los empresarios para que llegue al cliente cuanto antes, o con su empeño de mantener la web de la papelería siempre actualizada, para que el acceso al cliente no se resienta en ningún momento.
Son tiempos difíciles, pero Suministros de Oficina Cheype -nombre completo de la casa- levanta la persiana cada día como el resto de sus vecinos en el polígono nada más amanecer. Ya habrá tiempo de lamentarse. Ahora, hay que salir de esta.