Hoy 14 de agosto, como aquel de 1956 cuando murió Bertolt Brecht, siguen frescas las miles de palabras, entrelazadas en pensamientos sobre las relaciones sociales, el poder ejercido por las minorías, minoritarias, acrisoladas en los altos hornos de las guerras. Y es que se han forjado a mazazos con millones de calaveras de acero, y vueltos a fundir y vueltos a forjar, para de esta forma fabricar sagas endiabladamente duras y duraderas con el único afán de servir al ideal de dominación que las atormentan.
Bertolt los identificó muy pronto. Desde muy joven sabía quien eran “Los de Arriba”, porque fue precozmente consciente de que él pertenecía a “los de abajo”. Y así sin ampulosos analíticos discursos identificó quien es quien en esta historia de “toito te lo quito”, a que juegan las grandes casas de apuestas, de los grandes casinos bursátiles del capitalismo.
¡Pasen y jueguen! ¡Podrá ganar una fortuna! Además de una manera aséptica. Se quedará con los dineros de otras personas sin tener que atracarlas en un callejón siniestro cualquiera. Solo compre unas cuantas acciones. Las que le aconsejen los “gurús” de las bolsas, los Brokers que ¡esos si que saben!, donde debe “in-verter” sus dineros. Y ¡Oiga! Que no le engañan cuando le animan a “in-vertir” por que le están diciendo que su dinero no volverá ya que se ha “in-vertido” ¡vamos!, tirado dentro. Verter su dinero dentro de la maquinaria de robo más fantástica de todos los tiempos vividos por esta humanidad que no sabe lo que le depara el futuro que “Los de Arriba” pintan con alegres colores, exprimidos de miles de vidas segadas por la codicia.
Pero como estos mecanismos de los mercados de valores y bienes de consumo no dan todo lo que la agónica avaricia requiere, los monstruos del acaparamiento, de la absorción de plusvalía, concitan al jinete apocaliptico de la Guerra. Y en la macabra lógica bélica en la que “todos mueren, solo yo gano”, se inmolan jóvenes generaciones enteras alentadas por las banderas patrióticas de aquí y allá.
Posiblemente algunos de “Los de arriba” sintieran el alivio al conocer la muerte de Bertolt Brecht, pero se equivocaban, !aunque estos seres inhumanos pocas veces lo hacen!, ya que Bertolt nos dejó para la eternidad su pensamiento lleno de una llaneza y profundidad inmensa. En tiempos de Guerra como estos, como siempre, para todos los pueblos, dejó el siguiente poema:
“LA GUERRA QUE VENDRÁ no es la primera. Hubo otras guerras. Al final de la última hubo vencedores y vencidos. Entre los vencidos, el pueblo llano pasaba hambre. Entre los vencedores el pueblo llano la pasaba también.” Porque al fin y al cabo las guerras siempre las ganan “Los de Arriba”, sea cual sea el resultado los pueblos, “los de abajo” siguen dominados. Y puestos a pensar ¿Qué más da que dominen unos u otros? El No a la Guerra debe ser más que un lema. La humanidad tendrá futuro cuando la madre de todas las guerras -la doble contradicción dominador-dominado, explotador-explotado- haya desaparecido. Un día como hoy se fue un baluarte de la libertad de pensamiento sintetizada en sus poemas y dramaturgia. Merece ser conocido y recordado. Un maestro
Fdo Rafael Fenoy