La división es consustancial a la izquierda. Lo es ahora y lo fue siempre. La joven democracia española ya dio muestras de ello desde que, en el seno del Partido Comunista liderado por Santiago Carrillo, se pelearan eurocomunistas y prosoviéticos. Este enfrentamiento conceptual, basado en la forma -con más o menos libertad- de luchar contra el capitalismo, ocultaba una hostilidad personal entre el propio Carrillo y Gerardo Iglesias, su sucesor. Aquello acabó como el rosario de la aurora, con la expulsión del histórico líder comunista, que creó una formación residual como paso previo a la integración de sus dirigentes en el Partido Socialista. Todos menos él.
Desde entonces, la refundación de las coaliciones progresistas ha sido una constante decepción. Ahora, el movimiento se llama Sumar, un término que podría ser considerado antagónico a lo demostrado por la izquierda durante los últimos años. No hay un proceso natural, no existe una reflexión profunda sobre las ideas por parte de personas que comparten fundamentos ideológicos, ni siquiera en torno a los programas que tanto defendiera el imborrable Julio Anguita. Actualmente, de prisa, corriendo y a última hora buscan (y consiguen) cuotas de poder en las candidaturas del 23J.
Probablemente, los eurocomunistas actualizados estén encarnados por Yolanda Díaz, y los prosoviéticos renovados por Pablo Iglesias e Irene Montero. A Teresa Rodríguez no sé dónde encajarla. Eso sí, su proyecto debería llamarse Dividir. Ya lo hizo en las municipales, y parece que lo intentará en las generales aunque sólo presente candidatura en Sevilla o Cádiz “en un ejercicio -asegura- de responsabilidad para frenar a las derechas en una situación de excepcionalidad” cuando, en realidad, a quien cercena es a las izquierdas.
Todo parece fuera de una dimensión lógica. La última de las decisiones disparatadas es la consulta a las bases de Unidas Podemos para contar con el visto bueno a la hora de cerrar un acuerdo con Sumar que parece ya una realidad. Están apedreando los cristales cuando un amplio sector progresista les está abriendo las ventanas de par en par. Los administrados no son tontos, aunque en ocasiones lo parezcan. Toman nota de lo acontecido y su opinión será expresada el cuarto domingo de julio. Entonces, muchos y muchas tendrán que ir al rincón de pensar o, mejor dicho, directamente a su casa.