La antigua iglesia de San Miguel partió de una fortaleza musulmana enclavada junto a la actual calle Corredera en Arcos. Como ermita, nació en el siglo XV bajo la advocación de San Miguel, hoy patrón de la ciudad. Las lluvias provocaron que en el año 1684 el edificio se viniera abajo, por lo que fue reconstruido ya en el siglo XVIII. Desde entonces su uso fue religioso e incluso de hospicio de niñas huérfanas. En los años noventa, y tras una nueva y profunda intervención, pasó a ser uno de los centros culturales más apreciados de la ciudad, hasta que en 2020, de nuevo los efectos de la humedad y la existencia de una gran colonia de palomas provocaron un nuevo cierre.
Ésta es la secuencia histórica, las vicisitudes por las que ha atravesado un monumento de primer orden cuya clausura al público difícilmente se entendía. De esas, el equipo de Gobierno de Arcos y la Diputación de Cádiz han tenido a bien iniciar un proyecto para la recuperación y conservación del que se seguirá siendo salón cultural. La institución provincial ha aportado sus medios técnicos para la elaboración de un proyecto que de momento carece financiación. En ello se está. Falta un montante de unos 340.000 euros.
El edificio registra un grave problema de humedades derivado del deterioro de la cubierta, de ahí que las actuaciones se centren en la nave, crucero, ábside y bóvedas junto a la propia cubierta. La ejecución se ha previsto en un plazo de diez meses por parte del Ayuntamiento, que deberá licitar los trabajos en base al proyecto ya redactado por Diputación. Por lo pronto, la cubierta tendrá que ser irremediablemente sustituida e impermeabilizada de forma definitiva, así como reparar las mansardas (ventanas pequeñas sobre los tejados) y reparar las bóvedas por sus problemas de humedad consecuencia a su vez de la filtración del agua, como explica unos de los dos técnicos redactores del proyecto, Marcelino Blanco.
Precisamente, estas intervenciones acabarían teóricamente con la colonia de palomas al no tener un lugar ideal como hasta ahora para su nidificación al sellarse las cubiertas donde anidan las aves.
Una de las dificultades de la actuación se centra en el desmontaje de los cuatro medallones que conforman el conjunto de frescos que en su día pintó el desaparecido Alfonso Guerra Calle. Con ello se pone a salvo uno de los grandes tesoros del edificio. Del mismo modo, habrá que reparar gran parte de la yesería interna por los consabidos problemas de humedad. El alcalde arcense, Miguel Rodríguez, considera que estamos ante “una buena noticia” respecto al cuidado del patrimonio, una de las máximas que se había propuesto desde inicios del mandato. Y agradece especialmente la sensibilidad a este respecto del diputado provincial de Asistencia a Municipios, Antonio Aragón, también muy satisfecho de colaborar en una actuación novedosa en su departamento pero más que justificada en ese tesón por preservar el patrimonio histórico de una ciudad rica en este sentido como es Arcos.
Ambos lamentaban también la falta de atención durante años a esta parte del conjunto monumental de Arcos y, junto al delegado de Cultura y Patrimonio, Andrés Camarena, esperan que el edificio recupere su carácter cultural y, por ende, de disfrute para la población.