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El monumento ‘La esperanza del agua’ goza de una segunda vida

Después de su deterioro y continuos actos vandálicos, el Ayuntamiento pone en funcionamiento la obra creada por el artista multidisciplinar Carlos Jorkareli

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“Es una alegría verlo funcionando de nuevo”. Así se refería el artista multidisciplinar Carlos Jorkareli a su monumento ‘La esperanza del agua’, situado en Pozo Hondón, porque ha estado casi diez años sumido en el olvido y, lo que es peor, siendo objeto de depósito de basuras y diana del vandalismo.
El monumento, recordemos, es el fruto de un concurso que puso en marcha el Ayuntamiento de Arcos en 2006 y que deparó un precioso elemento decorativo en uno de los lugares más emblemáticos del centro urbano de la ciudad.

Empezó a construirse, no obstante, en 2011, para inaugurarse en marzo de aquel año. Desde entonces, el mantenimiento del pozo ha brillado por su ausencia, hasta el punto de haber sufrido un deterioro importante con fallos en el mecanismo y obstrucciones en la tubería.
Durante las últimas semanas, los operarios municipales han llevado a cabo el pintado de las partes metálicas del monumento y la limpieza de las paredes, reparaciones de zonas rotas del suelo y la compra de una nueva bomba de propulsión para el correcto funcionamiento del circuito eléctrico. Ahora, el autor está pendiente de la instalación de un anemómetro para impedir que el agua salpique por la fuerza del viento.

Carlos Jorkareli, que aún se siente muy orgulloso de haber creado un monumento para Arcos y los arcenses en el siglo XXI, recuerda que cuando fue inaugurado la gente solía depositar monedas como símbolo de un deseo; costumbre que se ha ido desvaneciendo con el tiempo. Su idea fue aportar un elemento de embellecimiento para la ciudad, de ahí que espere que el Ayuntamiento cumpla su compromiso de mantenerlo en condiciones para disfrute de vecinos y visitantes.
‘La esperanza del agua’ responde a la idea inicial de recrear el pozo que antaño suministró agua potable a gran parte de la población en esta zona. Su cubo representa cómo los antiguos vecinos recogían el agua del pozo, pues entonces no existía abastecimiento en las viviendas como hoy día. Como gesto de generosidad, el cubo devuelve el agua al pozo.

“Creo que a alguien se le ocurrió decir que Arcos era la ciudad del agua –tenemos el Guadalete- y sabemos que dentro y fuera del casco antiguo hay pozos y aljibes. El agua, como elemento sustancial para la vida, es superimportante. Este monumento podía ser símbolo de vida para los arcenses”, señalaba Carlos Jorkareli a la espera de que su obra sea en lo sucesivo tan respetada como admirada y cuidada, y deje de ser un pozo donde verter las miserias humanas. De hecho, en la leyenda que luce el monumento se puede leer: “Me diste vida, permíteme que corresponda”.

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