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Días de barrunto

A por otros cinco

En la actualidad, a pesar de estar inmerso en mi próximo proyecto, aún acudo ilusionado a cada cita quincenal con mis “Días de barrunto”

  • José Manuel Infante. -

Casi han pasado cuarenta años, pero recuerdo aquello con muchísimo cariño. A punto de terminar el bachillerato, me embarqué en un proyecto que consistía en sacar un periódico desde el instituto. Y digo sacar porque lo de publicar entonces era bastante complicado.

Mi labor era bastante fácil, ya que me ocupaba de la sección de deportes. Para ello, debía de pasar todos los fines de semana en el polideportivo, al fin y al cabo, lo que hacía siempre en aquella época. Allí anotaba todos los resultados de las ligas locales, que completaba luego con el plato fuerte, que era el partido del Barbate, con sus alineaciones y goleadores.

Cuando ya estaban todas las noticias preparadas, llegaba la parte curiosa, porque nos teníamos que apañar como pudiésemos para que el periódico pudiera salir a la luz. Una vez hechas las correspondientes fotocopias, se distribuían ordenadamente en varias mesas que formaban un círculo. Luego, cada uno daba las vueltas necesarias al círculo hasta formar un ejemplar, para a continuación proceder a grapar todas las páginas de la gaceta. Evidentemente, no podían ser tiradas muy grandes, ya que tampoco había presupuesto para miles de fotocopias.  De esa forma se produjo mi primera incursión en el mundo de la prensa.

He querido evocar aquella bonita experiencia al caer en la cuenta de que ahora se cumplen cinco años desde que comencé a escribir en el Viva, donde, grosso modo, voy ya acercándome al centenar de artículos publicados.

Todo comenzó cuando, con más miedo que vergüenza, me atreví a llamar a Younes para pedirle bancá en su barco. Acababa de publicar mi segundo libro (El guardián de las columnas) y me apetecía bastante dar un paso que, para mí, significaba mucho. Y eso que el reto era mayúsculo, ya que iba a compartir artículos con auténticos fenómenos, como el propio Younes, el recordado Chan y mi siempre admirado Manolo Varo.

Al principio, además de escribir, colaboraba a la hora de repartir ejemplares, algo que, además, me encantaba hacer. Pero eso se acabó cuando, tras dos fallidos intentos de establecerme definitivamente en mi tierra, tuve que desistir para seguir buscándome la vida lejos de ella.

Luego llegó la maldita pandemia y el periódico dejó de imprimirse durante un tiempo. En la actualidad, a pesar de estar inmerso en mi próximo proyecto, aún acudo ilusionado a cada cita quincenal con mis “Días de barrunto”. Para mí, es como una oportunidad para escribir una carta a mi amada tierra, porque no puedo ni quiero perder jamás el contacto con ella.

Todavía me preguntan de vez en cuando si cobro por ello. Aprovecho ahora la ocasión para decir que SÍ obtengo beneficios. Me siento muy bien pagado cuando alguien me dice que lo primero que hace cada vez que llega a sus manos un nuevo ejemplar es buscar mi artículo. O cuando voy por la calle y me felicitan por mi último escrito. Es entonces cuando ingreso en la cuenta de mi alma un cheque cargado de alegría.

Por estas razones, sigo agradeciendo de todo corazón que se me publiquen estas cartas de amor en el Viva Barbate. Así que, por mí, ojalá me lo sigan permitiendo muchos años más.

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