Eel tiempo pasa y hay cuestiones que no hallan remedio a un descontrol que se manifiesta cada vez que puede. Suvipuerto nació como respuesta a una necesidad y para cumplir un fin social. Con el paso de los años quedó bien poco. Ni construye casas, ni se puede mantener por sí misma ni fomenta el acceso transparente para un bien común.
Las viviendas municipales, también llamadas sociales, se han convertido en un filón para asegurarse una casa para siempre, casi en propiedad pero con unos costes mínimos o casi gratuitos para el inquilino y a costa del contribuyente.
Solventar una necesidad puntual ha dado paso a acceder a ella y a permanecer para toda la vida, sin que haya una rotación para los que demandan de manera legal y justa una casa ante una necesidad.
De la puntualidad se ha dado paso a la permanencia absoluta, dando prácticamente igual si la persona o la familia pueda mantener otra que no tenga el paraguas municipal. Del aprovechamiento de lo público -que no gratuito porque repercute en el contribuyente- tiene una gran parte -sino toda- de los responsables municipales que debieran salvaguardar la honestidad y equidad, siendo justo para con los demás y no fomentando inquilinos dóciles y agradecidos.
No ir en contra de medidas impopulares alienta la deuda y a que las viviendas municipales sea una oportunidad única de conseguir una casa a precio cero y dejando al que lo necesita sin ella en la calle.