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El jardín de Bomarzo

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Desde este domingo y en diez semanas con sus noches, setenta días al completo, hasta el 28 de mayo se concentra una campaña que por día toma fuerza

Publicado: 17/03/2023 ·
14:10
· Actualizado: 17/03/2023 · 14:10
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Bomarzo

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Todos están invitados a visitar el jardín de Bomarzo. Ningún lugar mejor para saber lo que se cuece en la política andaluza

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Desde este domingo y en diez semanas con sus noches, setenta días al completo, hasta el 28 de mayo se concentra una campaña que por día toma fuerza y escala en diferentes grados de intensidad porque se afrontan unas elecciones diferentes. Todas lo son. Esta vez, en general, se producen en claves concretas como el retorno al bipartidismo ante la debilidad territorial de los partidos de reciente cuño, como Ciudadanos o Vox, que no dribla igual de bien en el ámbito nacional o autonómico que en el local, la ramificación de la izquierda y las consecuencias que esto trae en la dispersión de un voto de centro -Cs- con el que cuenta el PP en su totalidad. Un PP que sueña con un tsunami parecido al que se produjo en 2011 y que le dio hasta la Diputación de Cádiz cuando la realidad del momento, más bien, presagia una ola grande que le dará ventaja, más votos y alguna diputación más, algunos ayuntamientos de tamaño mediano y grande, pero seguramente no arrase al PSOE, que se aferra a esas instituciones territoriales que dan músculo a las formaciones políticas y sin las cuales su futuro tiznaría en muy negro.

En la Liga superior, que es la que juegan PP y PSOE, el viento de cola es muy diferente porque mientras que a la formación conservadora, o de derechas y no se entiende este complejo que tienen en reconocerse de derechas como si eso fuera pecado del malo, la impulsa el viento a favor que emana de Madrid con el cambio a Feijoó, tenue, y que toma intensidad en Andalucía con la posición templada y muy electoral de Moreno Bonilla, a la de izquierda le sucede exactamente lo contrario. Pedro Sánchez no suma, más bien lo contrario, y la fuerza que siempre tuvo el PSOE a nivel autonómico hoy está muy debilitada con un Juan Espadas que no termina de cuajar como reclamo electoral ni para la Junta ni para las corporaciones locales, que en este sentido deben ganar a pulmón a lomos de la fuerza de sus candidatos locales. Las elecciones municipales son distintas a las demás por claves como la cercanía o la potencia de sus candidatos y la suma de sectores sociales que unan a través de sus listas o, a la contra, la pulsión de cambio por la mala gestión en los asuntos que más afectan al ciudadano, como son la limpieza de calles, la seguridad o el estado general de la ciudad.

De este modo, a diez semanas de este 28M, las provincias se preparan y una tan dispersa como Cádiz, con ocho municipios por encima de los cincuenta mil habitantes, es un buen ejemplo de cómo las diferentes formaciones afrontan estos comicios. En este sentido, sondeos variados de diferentes formaciones se hacen, esconden, filtran según el interés y de ellos se propaga una sensación electoral que solo quedará desvelada la noche en cuestión. Aún así, las cartas están repartidas.

Cádiz capital se debate entre la falta de liderazgo político tras la marcha de Kichi y, de ello, si Bruno García (PP) es capaz de copar ese espacio y sumar o con Vox o, si saca algo, con el Gran Hermano Ismael Beiro (AxSí), a quien se le otorga entre cero y dos concejales al estar bien situado en algunos barrios. La otra parte la forman Adelante y PSOE, ambos con candidatos nóveles que no arrastran demasiado y a los que sus partidos pone como plan B: David de la Cruz y Oscar Torres. En San Fernando no hay partido más allá de saber si Patricia Cavada (PSOE) se alzará con la mayoría absoluta o necesitará socio, que en este caso no será Cs -caput-. Sería su tercera legislatura. Tal vez la última. Puede que se marche durante la misma en busca de horizontes más extensos, de hallarlos. Quizás le sustituya al frente de alcaldía quien va como su número dos, Fernando López Gil, que mientras negocia, en algunos momentos con intensidad de tono, su incorporación con Ruiz Boix a la próxima diputación de Cádiz con cargo mayor para, así, saldar apoyos del pasado. Enfrente, el PP post Loaiza se difumina y en la otra parte de la tabla AxSí -Fran Romero- suspira con algún concejal que le haga necesario en la suma final.

En Chiclana ganará José María Román (PSOE), que ha aprovechado bien este tiempo para recuperar el terreno que perdió en las últimas municipales. Ha tomado fuerza, quizás la larga cabellera a lo Sansón fortalezca este renovado ímpetu electoral, aunque no deberá perder de vista a la recién nombrada candidata del PP, Ascensión Hita, que coge el testigo de Andrés Núñez tras las turbulencias que vivió la agrupación allí. Hita, que fue concejal con Ernesto Marín, se conoce el patio y, además, también luce pelo largo. Michavila trabaja en la zona, como en otras.

Oh El Puerto -fue una discoteca, después reconvertida en otra cosa...-. Territorio de Beardo, don Germán (PP). El chico malo de la clase. A diferencia de Chiclana, no hay pelo, pero sí que bordea la mayoría absoluta, día más día menos. Entre el ruido político y los bailes glamurosos de Calleja, aquello es como Falcón Crest una tarde de cabreo de Ángela Channing. En la parroquia de enfrente, nada. David de la Encina aguanta porque Ruiz Boix no quiere detenerse allí pese a que el partido judicial se juegue un diputado, que para el PSOE con el resultado de Rota, donde Ruiz Arana arrasará, está más que garantizado. Pero si Beardo logra dos y la Diputación los necesita, veremos qué pasa tras haber sido virulentamente de cuello rasurado de la secretaria general. En Sanlúcar, a Víctor Mora (PSOE) no le tuvo mucho en cuenta el PP pensando que con su perfil fino era fácilmente ganable y el Mora se ha anclado en el despacho grande del Castillo y, voto arriba voto abajo, tiene la cuenta hecha, solo a la espera de ver si la IU de Carmen Álvarez le complica la suma. Que lo hará. El PP, allí, sigue buscándose a sí mismo tras el desierto que dejó Ana Mestre.

En La Línea Juan Franco mejorará su resultado de hace cuatro años y sacó entonces 21 de 25, de locos. No hay partido. El único son los dos diputados que pone, más con los votos que su formación sacará en la comarca, sobre todo en San Roque, donde Ruix Boix también cuenta la suma de la mayoría absoluta. Acabado el amor entre La Línea y Puerto Real, donde Elena Maya (PSOE) parece que ganará pero no tiene fácil la suma del gobierno, los diputados linenses saldrán a subasta -antes también- y, por eso, Ruix Boix ataca a Franco desmelenado vía Mancomunidad. Lo de Barbate está que trina con la salida de Javier Rodríguez de AxSí hacia el PSOE y el consiguiente cabreo del alcalde, Miguel Molina, que guarda audios y espera el momento, aunque tanto su diputado, si lo saca, como el próximo gobierno los tiene atados al PP de Bruno y Antonio. A Ruiz Boix no le perdona la jugada.

En Algeciras, José Ignacio Landaluce (PP) arrasará. Su tono moderado, cercano, educado y su, en general, buena gestión elevará la intención de voto por encima de los quince concejales, más contando que enfrente no tiene mucho más que un PSOE roto y que Adelante y Vox no pasarán de dos cada uno. El Landa juega otra Liga.

Al final, Jerez. La población más grande y la que más diputados pone, cinco. Serán setenta días intensos porque, pese a lo que se diga, el partido está en la prórroga y, para nada, uno domine a otro de manera excelsa. El PSOE de Mamen Sánchez va en cabeza y el dúo IU-Ganemos no bajará de dos -Ruiz Berdejo siempre bien valorado-; está por ver entre PP y Vox cómo se reparten lo suyo, lo que suma uno resta al otro. Mientras, el Cs de Juan Méndez batallará por sacar los cinco mil votos para un concejal que puede ser decisivo, difícil. Me encata Jeré.

Visto lo cual, no hay pulsión de un gran cambio de colores, salvo en algunos puntos concretos como Cádiz capital con el vacío que deja la marcha de Kichi. Distinto serán las sumas finales y, cómo no, estas diez semanas de campaña en primavera entre inciensos, ferias y romerías, donde todos lo apostarán a unos restos que marcarán el color final de los próximos cuatro años en los cabildos locales.

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