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El pobrecito hablador

Política para trincones

No te devanes los sesos intentando ser original. Copia. Copia como si no hubiera un mañana

Si estás decidido a ganarte la vida usando la política como una tarjeta black te serán muy útiles una serie de consejos y directrices para hacer de ti un preso modelo en Soto del Real.
En primer lugar, entiende que no tienes amigos, ni dejas prisioneros. Acostúmbrate a grabar tus conversaciones, a mantener un registro de tus contactos y guárdalos a buen recaudo hasta que sean necesarios. Nunca se sabe si aquel tonto que te contó cuatro confidencias en una barra de bar se convierte en Presidente de algo.

Intenta que tus comunicaciones más comprometedoras sean difíciles de entender para los demás. Usa un lenguaje críptico, habla de pedidos de pizza y repartidores, de misales y monasterios,  en lugar de comisiones y testaferros.

Nunca tienes la culpa, jamás eres responsable. Siempre hay un cargo inferior que metió la mano, o un superior al que le debías obediencia. Si al que pillan con el carrito de los helados era tu mano derecha, puedes alegar que te ha salido rana y que ha abusado de tu confianza. Luego te acuerdas de la madre de Bambi y deja que las lágrimas afloren y hagan su trabajo.

No te devanes los sesos intentando ser original. Copia. Copia como si no hubiera un mañana. Como si la gente fuera tonta y no se fuera a dar cuenta. Y en el caso de que algunos se percaten del extraordinario parecido entre tus textos y los de otro, alega stress laboral y falta de tiempo para poder ocuparte de tus votantes, a los que te debes en cuerpo, alma y fotocopiadora.

Miente. Tergiversa. Altera la realidad, dale la vuelta y ponla a tu servicio. Si ayer dijiste blanco y hoy ha de ser negro, siempre hay miles de excusas para justificarte: un mejor conocimiento de la realidad, un cambio en las circunstancias o, la mejor de todas, los periodistas sacan las cosas de contexto. Si esparces tu basura con arte, seguro que manchas a alguien.

Y lo más importante de todo: guárdate las espaldas. Siempre puedes amenazar con tirar de la manta, si alguien antes no la ha robado, o casarte con alguien de alta cuna. Siembra la pena, apela a tu apuesta imagen. Serás el rey del jacuzzy del penal.

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