Lo cierto y lo que debe celebrarse es esa condición de efímeros que tienen en nuestros días los jefes etarras, en lo que se adivina o se pretende ver como un proceso apresurado del final de la banda.
No pocos se preguntarán si la debilidad que viene demostrando la banda ETA es efecto de su propia decadencia o si les ayuda alguna clase de penetración exterior y de “topos” infiltrados. Es igual. Con toda probabilidad, la dedicación intensiva y eficaz que vienen haciendo las fuerzas de Seguridad del Estado, Policía y Guardia Civil, sumada a la también elogiable colaboración que presta la gendarmería francesa, está consiguiendo este éxito permanente en la lucha contra ETA. Rubalcaba anuncia: Y así seguiremos, deteniendo al siguiente, hasta acabar con el vivero del que proceden los terroristas...
Ésa es, con toda probabilidad, la razón del éxito contra la banda y sus bandidos. No es menos cierto que tanto Txeroki como Iriondo habían dedicado atención a instruir a jóvenes etarras. Parece, por consiguiente, que la plantilla no termina de menguar y que siempre hay sucesores a los “caídos”. ¿Hasta cuándo? Hasta que se llenen las cárceles y que no haya la menor esperanza de que puedan prosperar en su empeño. Parece que aún queda un margen, que todavía hay “camadas de terroristas” que acaso se están “formando” en ikastolas o en acciones de violencia callejera. Y en tanto hay sucesión en el mando, habrá víctimas mortales, porque es bien sabido que se asciende en categoría en la banda a medida que se tiene fortuna en la tarea de matar, así sea a ciudadanos pacíficos y ancianos “de partida de tute” como a agentes del orden dedicados a rastrear la ruta de los propios asesinos...