"Quiero creer que voy a mirar este nuevo año como si fuese la primera vez que desfilan 365 días ante mis ojos". Paulo Coelho.
Los habituales propósitos de principios de año se han encontrado de frente en el presente con este contagio masivo que, visto lo visto, parece como si contase con cierta permisividad institucional en la aparente idea de que la mayor parte de la población pase el contagio para lograr así cierta inmunidad de rebaño. Voces señalan que lo que sucede estos días puede ser el fin de la pandemia, al menos de ésta que nos ocupa y ya se irán viendo venideras, mientras que otras anuncian nuevas cepas, incluso alguna que mezcla covid con gripe y, por tanto, vislumbran más sombras que luces para un año que en todo caso arranca con la incertidumbre de no saber qué nos deparará, si recuperaremos tradiciones como nuestra Semana Santa o ésta será con aforo reducido, si las ferias volverán y en qué formatos, si tendremos carnavales -en junio-, si el verano próximo será normal y podremos ir sin mascarillas por la calle, en la playa; si la economía recuperará el ritmo y las empresas podrán planificarse con ciertas garantías. Arranca 2022 y lo hace plagado de dudas e igual que no pensábamos cuando el presidente Sánchez decretara el estado de alarma en marzo de 2020 que esto duraría tanto, ahora no tenemos certeza alguna de casi nada. Quizás solo de lo más inmediato y esto es lo único valioso que nos ha enseñado esta pandemia: la importancia que tiene el presente y la necesidad global de saber vivirlo. Particularmente nunca fui de muchos planes de futuro, debe ser consecuencia de practicar el equilibrismo sobre el filo de un cuchillo.
El ruido de fondo que suena, cada vez con mayor nitidez, por los aledaños de San Telmo apunta a que las elecciones serán en junio, lo cual representaría un adelanto -políticamente muy asumible- de seis meses con respecto al final del mandato natural. Las razones son varias. Por un lado, Moreno Bonilla no puede aguantar mucho más la presión que ejerce su partido, que quiere apuntalar a Pedro Sánchez y lo prevé con un guión establecido convocando elecciones en Castilla León para principios de febrero y su idea es, después, intentar rematarle en Andalucía porque el resultado del PSOE en ambas comunidades va a ser muy deficitario para los intereses de su imagen. De hecho, la maquinaria electoral ya está en marcha y, casualmente, estos días recupera a través del juzgado y dando grandes titulares en prensa el escándalo de la Faffe de un asunto de hace 18 años y que aparentemente está prescrito. Quizás sea el preludio a lo que vendrá después y es que citen de nuevo a declarar a la mujer de Juan Espadas, que dicho sea de paso se lució ante la comisión de investigación y ante las preguntas que la hizo la parlamentaria de Vox. Justicia y política siempre van de la mano y eso, desgraciadamente, se ha convertido en una especie de tradición cada vez que se acercan comicios electorales de importancia. Lo cual no significa que lo sucedido en la Faffe no deba ser investigado y, de ser justo, penado, lo injusto es que se archive por prescripción o que hayan pasado 18 años del asunto y siga dando vueltas, lo cual es un reflejo nítido del tipo de sistema que tenemos para según qué asuntos.
Si el PP-A duda sobre el adelanto electoral es, únicamente, por la deriva de la pandemia y la preocupación que le origina el colapso sanitario, sabe de hecho que éste es el único asunto que le podría separar de una victoria sonora. De hecho, Susana Díaz empezó a perder la Junta de Andalucía en el momento que comenzaron a convocarse manifestaciones por provincias contra la sanidad. Mientras, Ciudadanos busca la piedra filosofal para conseguir un grupo de parlamentarios que le permitan mantenerse en el gobierno, el PSOE confía en elevar mínimamente los niveles de conocimiento sobre Juan Espadas para mejorar el resultado con respecto a hace cuatro años y, así, justificar el cambio, Vox sueña con ser determinante en el próximo gobierno y la izquierda rota mantiene una conversación sin fin en la idea de agruparse para evitar una fuga de votos que solo beneficia a los partidos de derecha. Así arranca este año de luces para algunos, de mucha sombra para otros.
Pero este año también será el tercero de la legislatura municipal y, por tanto, el más importante porque es cuando hay que sacar los tanques a la calle para vender gestión, derrumbar al oponente, situarse lo mejor posible ante unos comicios que llegarán en la primavera del próximo año, todo ello después de que las diferentes formaciones atraviesen sus procesos congresuales. Habrá pugnas por las listas y por los encabezamientos de la mismas. Luces y sombras. Como las que se vislumbran en Cádiz capital para el PSOE después de que esta misma semana la formación decidiera jugar a la ruleta rusa con la dimisión de tres concejales y la guerra hecha pública contra la ejecutiva local y, directamente, contra Fran González, que ha mantenido una cruzada abierta y pública con la ya ex portavoz Mara Rodríguez. La bomba le estalla al nuevo secretario general gaditano, Juan Carlos Ruiz Boix, que tras conocer la noticia esgrimió que "empieza un nuevo tiempo en el PSOE de Cádiz". Se nota. De hecho si ésta va a ser la dinámica del nuevo tiempo la cosa se va a poner súper chula.
Mientras, el gobierno de Kichi se lo pasa pipa porque sabe que el PSOE en Cádiz no es a día de hoy alternativa de gobierno salvo que decida sumarse con ellos a través de un pacto y solo una crecida de PP y Vox, lejos de la mayoría a día de hoy, pondría en riesgo la continuidad de Adelante al frente del consistorio. Distinto podría ser si el actual alcalde, como decidido tiene a día de hoy, no se presenta y una de las dos alternativas posibles encabeza la formación; es indudable que Kichi se ha convertido en una marca en Cádiz que políticamente vende bien y no es lo mismo que pida el voto para él a que lo haga otro, u otra, pero también que la situación política actual de Cádiz le ofrece muchas opciones de continuidad frente a un PSOE roto y muy lejos de ser alternativa y un PP que aunque muestra signos de recuperación como lo hace en otros muchos sitios carece del liderazgo fuerte y necesario.
No sabemos, en resumen, qué nos deparará este año que recién comienza. Vivimos un momento donde lo que cuenta de verdad es el presente, que es la luz, mientras que el futuro está repleto de sombras. En todo caso habrá que ir despacio, día a día, semana a semana, saboreando aquello que nos hace vitales, que nos divierte y nos hace felices. Pulsando la vida con cada latido, con pasión, así que la luz termine por despejar sombras.