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Lo que queda del día

De Abbey Road a Shakira

Lennon y McCartney se lanzaron dardos envenenados en forma de canciones. Lo de Shakira es una provocación para conseguir visualizaciones

Publicado: 14/01/2023 ·
18:29
· Actualizado: 14/01/2023 · 18:29
  • Shakira en su sesión con Bizarrap. -
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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El paso de peatones de Abbey Road es uno de los más famosos del mundo. El estudio de grabación ubicado en la misma calle, y fundado por la compañía EMI, también lo es, aunque no adquirió el nombre de la citada vía hasta que los Beatles grabaron allí el que sería su último álbum, Abbey Road. Mary McCartney, que gateó por sus alfombras y lo visitó siendo niña acompañando a sus padres, Paul y Linda, a las grabaciones de los Wings, acaba de rodar un documental en el que relata la trayectoria del emblemático estudio a lo largo de sus casi cien años de historia, desde su concepción original para la grabación de discos de música clásica hasta su consagración definitiva a través de la música popular y de las bandas sonoras.

El documental recrea algunas curiosidades de la mano de sus protagonistas: Elthon John como pianista de los Hollies, y presente en la grabación de Hey Jude; Jimmy Page como músico de estudio en la grabación del mítico Goldfinger, con Shirley Bassey desfallecida en el suelo tras sostener la nota final varios segundos; Paul McCartney y Ringo Starr abordando detalles del White album; el hijo de George Martin relatando las minuciosas exigencias de Burt Baccarach...

Pero, sobre todo, hay dos revelaciones que lo convierten en algo único. La primera de ellas es de carácter emocional, y tiene que ver con la violonchelista británica Jacqueline Du Pre. Bastan apenas unos segundos para enamorarse de ella. Posee un aire a lo Janis Joplin, pero por encima de todo está su talento descomunal a la hora de tocar el cello, la pasión con la que interpretaba cada partitura -busquen el Concierto de Elgar-. Con apenas 22 años ya era una estrella mundial y conquistó el corazón de Daniel Barenboim, que la acompañaba al piano. Seis años después le diagnosticaron esclerosis múltiple: el documental muestra el archivo de una sesión de grabación privada que ella misma decide abandonar tras interpretar una primera pieza y ver que no le respondían los dedos.

La segunda viene a aseverar una verdad casi científica: con los Beatles acabó de inventarse la música. Todo lo que hayan podido escuchar a partir de entonces es un sucedáneo de todo lo demás. El mérito reside en quien explica las causas que condicionaron aquella sucesión de descubrimientos, Noel Gallagher, cofundador de Oasis, uno de los grupos de más exagerada fama de los 90 y merecida irrelevancia, a excepción de un par de temas que suenan, por supuesto, a algo ya inventado -no es delito, es solo una opinión personal: no podía haber tanta gente equivocada entre las multitudes de sus conciertos-.

El hermano mayor de los Gallagher concluye que los cuatro de Liverpool eran “hijos de la guerra”, habían crecido en una década marcada por el horror y la miseria y habían encontrado en la música la forma de huir y crear algo diferente, ponerle color a la vida e iluminar con sus canciones al resto del mundo. Y prosigue -asimila la derrota-, todos los que han venido después, que han crecido en ambientes acomodados, sin excesivos traumas infantiles, y escuchando los discos que marcaron una época en los sesenta y setenta, se han limitado a copiarlos, a falta de una necesidad vital de abordar la música como un espacio de innovación.

Como en todo, incurrimos en el problema de la generalización. Por supuesto que se han publicado discos y canciones fantásticas en el último medio siglo, y que surgen artistas y grupos que nos hechizan desde estilos muy diversos, pero es cierto que existe una frontera estética y creativa que diferencia ambos territorios.

Por inventar, los Beatles, ya cada uno en solitario, inventaron hasta la canción reproche. McCartney dedicó a Lennon Too many people y éste le respondió con How do you sleep?, en la que George Harrison le apoyaba y acompañaba en la guitarra. Shakira ha decidido imitarles, aunque sin tanta metáfora ni doble sentido; casi con nombres y apellidos, y un evidente mal gusto musical que refrenda todo lo dicho por Gallagher sobre la vida acomodaticia a la hora de crear, convertido en el presente en un mero gesto para conseguir visualizaciones, que es la recompensa al viciado arte de rimar.

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